Una vida de tres perros

Estoy asistiendo –no descarto que sea una percepción personal y no un fenómeno editorial– a un aumento de los títulos escritos por mujeres en un periodo de madurez, de cercanía a la tercera edad, de ejercicios memorísticos. Voces como la de Ernaux o Ephron que, con diferentes aproximaciones se acercan a una visión a veces más femenina, a veces más universal de la vida. En este grupo podemos incluir ahora a Abigail Thomas con sus memorias Una vida de tres perros, publicada por Errata Naturae con traducción de Regina López Muñoz. 

En libros que se mueven más en la no ficción que en la ficción en contenido pero cuyo enfoque escapa del ensayo para convertirse en una reconstrucción de la memoria, con lo complicado que es mantener ahí la objetividad, uno de los riesgos evidentes es caer en el exceso de individualidad. Si el lector no es capaz de identificarse en cierto modo con las emociones transmitidas al margen de las circunstancias, el libro será fallido. No se trata de vivir lo mismo sino, o bien encontrar vivencias que hayan provocado reacciones similares, o bien conseguir empatizar con lo que se narra. 

Abigail Thomas
Abigail Thomas junto a sus perros (que aquí ya no son tres, sino cuatro)

Una historia de amor truncado 

Abigail Thomas (Boston, 1941)  es hija del escritor científico Lewis Thomas, madre de cuatro hijos y abuela de doce nietos. Estudió hasta que la obligaron a abandonar la universidad cuando se quedó embarazada de su hija mayor.  Se dedicó a ser editora y más adelante agente literaria hasta que comenzó a escribir. Sus tres primeras obras eran ficción, pero la fama le llegaría en 2006 con la publicación de Una vida de tres perros, las memorias seleccionadas como uno de los mejores libros Los Angeles Times y The Washington Post. 

En el año 2000 su marido Richard fue atropellado de forma accidental, cuando sacaba a pasear a su perro, este se escapó e intentó cazarle. El accidente no fue mortal pero su cerebro quedó destrozado y nunca recuperó su ser anterior. Sufría pérdidas de memoria tanto a largo como a corto plazo, sufría arrebatos violentos, terrores y alucinaciones, así como pérdida de sentidos como el gusto y el olfato o trastornos motrices que le condenaron a vivir en una residencia especializada en pacientes con trastornos psicológicos. 

Una vida de tres perros, una solución de continuidad 

Una vida de tres perros narra en sucesión cronológica desde el accidente pero también cayendo en pequeños flashbacks que recogen sucesos puntuales de la vida en pareja, el esfuerzo de Abigail por recuperar su vida como una mujer en cierto modo viuda pero sin marido, porque tiene un cuerpo que vive, con un corazón que late, pero que no es ni podrá ser la persona de la que se enamoró ni con la que se casó pero que no deja de amar a pesar de todo: 

Tengo una visión repentina de la vida sin Rich. No sería como caer al vacío sin red de seguridad, sería como caer al vacío con paracaídas pero sin planeta en el que aterrizar. 

La vida de Abigail se topa de repente con un vacío que no sabe bien cómo llenar y que se inunda de emociones que va desgranando en estas memorias llenas de pequeñas anécdotas, algunas mucho más cercanas a cómo seguir relacionándose con los demás, con los amigos, con la familia, cuando todos tienen presente el gran drama de su vida y pretenden que pase página, que continue con su vida pero al mismo tiempo la juzgan cuando lo hace o cuando lo hace de una forma que no es la que se espera de ella. 

Chuchos, compras y memorias. 

Stephen King dice de Abigail Thomas que es la Emily Dickinson de los escritores de memorias y que su historia es, sobre todo, una historia de amor que puede ser triste, aterrador, pero también es honesto y puede ser a ratos muy tierno, irónico, mordaz e incluso divertido, aunque no diría que es un libro de carcajada, no es ese su propósito. Tal vez ahí la contraportada se columpia un poco, tal vez volvamos a la eterna diatriba de qué es el humor en literatura. 

Lo que sí es cierto es que Una vida de tres perros es un libro terriblemente entrañable, en el que asistimos a la reconstrucción de una vida desde lo anecdótico, desde el detalle, desde esos pequeños sucesos del día a día que son los que nos llevan hacia adelante. Thomas transmite increíblemente bien la idea de superación sin olvidar, de que nos merecemos cuidarnos, respetarnos y disfrutar de la vida incluso cuando tenemos una persona a nuestro cargo. Es necesario para poder continuar viviendo no solo desprendernos de ese papel de sempiterno cuidador sino, yendo un paso más allá, de la culpa de la que se imbuye la mujer cuando abandona ese cargo para seguir adelante. 

¿qué clase de mujer era? ¿Qué pasaba con mis votos matrimoniales? ¿Quién era yo para que conservar mi propia vida fuera más importante que cuidar de mi marido?  Se me olvidaba el hecho de que en verdad no podía cuidar de él. Mi pavor ensombrecía la verdad: sin una persona ni dos habrían sido capaces de cuidar de un hombre en el estado en que se encontraba Rich. Entonces ¿por qué me azoraba tanto? ¿Qué nivel de exigencia nos imponemos las mujeres? Después de todos estos años, por fin logro pronunciar las palabras quiero vivir mi vida sin sentirme ni un monstruo, ni una egoísta, ni una cobarde. 

El amor como telón de fondo 

Una vida de tres perros debe su título a los tres canes que durante este periplo: el que causó el accidente de su marido pero al que nunca rechazó por ello, y los dos que se añadieron a su familia después. Una familia de una humana y tres perros que forman un núcleo que traspasa la lealtad y teje nuevos lazos de amor y de confianza. Sin dejar de lado la conexión con otros humanos, sus perros son a veces lo que la mantienen alerta, viva, lo que la hacen sentirse a veces necesitada cuando su marido no la necesita porque no la recuerda, son la rutina tan necesaria y un punto de humor que adorna su vida y la hace más colorida. 

Las memorias son un ejercicio de amor, por su pareja, por sus animales, pero también por ella, es una historia de superación de las pequeñas cosas, es un texto que se desliza sin sorpresas porque dentro de su relato honesto nos cuenta desde la primera página cómo va a terminar todo y, aún así, se hace necesario acompañarla en un viaje que nos resuena y da valor a esa literatura del yo. 

 portada una vida de tres perros Abigail Thomas errata naturae

  • Título: Una vida de tres perros 
  • Autor: Abigail Thomas  (Traducción de Regina López Muñoz) 
  • Editorial: Errata Natural (más información del libro aquí y puedes leer las primeras páginas aquí)
  • 208 Páginas. 20,00 Euros (formato papel)

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