Francisco Castro no es, precisamente, un desconocido en Relatos en Construcción. Le conocí hace ya unos años gracias a que Libros de Pizarra editó en castellano su novela Spam —puedes leer mi reseña aquí— y a partir de ese momento he seguido con interés su trabajo traducido al castellano, como son las novelas Generación Perdida —que también he reseñado— o el precioso y muy recomendable libro infantil que busca explicar lo que es el Alzhéimer, Me llamaba Simbad. Es por eso que, cuando se ofreció a enviarme su última novela publicada en español, Tienes hasta las diez, le agradecí el detalle y me puse con ella.
Admito que Tienes hasta las diez me ha sorprendido. Por un lado, el ritmo y el estilo no se parecen mucho a los de las dos novelas anteriores que había leído. No se repite el ritmo frenético, acelerado a base de contrastar frases muy cortas y otras largas. En esta ocasión, la historia se desliza más pausada, reflexiva e introspectiva, sin dar pie a acelerar con la forma las situaciones más de lo que ya lo hace la historia narrada en si. Tampoco destila ese humor negro, mordaz, sino que la narración es menos singular, menos llamativa pero acorde al tema.
Es ese otro aspecto distintivo de la novela. No es fácil de encuadrar en ningún género. Si bien al principio parece tomar ciertos tintes de novela negra o incluso de thriller, bien pronto el desarrollo de la trama deja claro que no es el caso. Tampoco es fácil discernir el tema central de la historia, porque se juntan varios de igual trascendencia.
En Tienes hasta las diez, narrada desde el punto de vista de Antonio, su protagonista, éste se enfrenta a la muerte de un padre que le es muy querido, y que fuera director de un periódico local de Vigo durante muchos años, incluyendo aquellos de fuerte censura mediática en la época franquista. Antonio recibe, al poco de enterrar a su padre, un correo electrónico que, supuestamente, éste le ha enviado y que le inicia en una serie de pistas que deberá resolver, del mismo tipo que los acertijos que solía plantearle cuando era pequeño.
Ya desde esta premisa se van entrelazando las diferentes temáticas: el profundo amor paterno-filial y el respeto y admiración que Antonio siente por su padre —un amor a la antigua usanza, con distancia, apoyado en el desconocimiento real de cómo eran nuestros padres, de pensaban y hacían al margen de su desempeño paterno, como si descubriéramos de repente que vida más allá de cuidar de nosotros—. Pero también hay un cariño especial, que con seguridad comparte el autor, por esas obras literarias que nos acompañaron a muchos en la infancia, que a veces dejamos a un lado al crecer, las tildamos de «cuentos para niños» y nos olvidamos de que nos abrieron las puertas a nuevos mundos hasta ese momento inimaginables para nosotros. Obras como La isla del tesoro, El doctor Jekyll y Mr. Hyde o 20.000 leguas de viaje submarino proporcionarán a Antonio la resolución a las pistas que su padre le va planteando y que le descifrarán una parte importante de su pasado.
También se entrecruzan dos historias de amor: una de ellas, la de Antonio, situada en el presente y la segunda ubicada treinta años atrás. Dos historias con un mismo sentimiento de fondo pero unas circunstancias totalmente diferentes, ambas encubiertas por distintas razones.
Pero, como eje central, está el homenaje a aquellos periodistas que, de forma clandestina y jugándose mucho más que el puesto de trabajo, trataron de hacer frente de la mejor forma posible a la censura impuesta a periódicos e imprentas en los últimos años del franquismo, informando, aunque fuera de forma incompleta o a través de panfletos de los levantamientos cada vez más frecuentes de la población que eran constantemente acallados. escribiendo entre líneas y diciendo más que lo que las palabras mostraban…
El propio Francisco Castro tilda la novela de «miscelánea aderezada de intriga» y es, probablemente, la descripción más acertada que podría hacerse de esta historia que avanza dejando caer pistas sobre el desenlace, distinguibles pero no evidentes para el lector, que no dispondrá de todos los elementos para desentrañar el misterio, lo que hará que mantenga el interés hasta el final. Es, en todo caso, una novela con un tono más ligero que las anteriores, tal vez más destinada a un público más joven. Aún tratando de temas de trascendencia histórica, el uso de mecanismos como el juego de pistas le restan seriedad y profundidad, pero hacen de Tienes hasta las diez una historia amable, entretenida y perfecta para disfrutar de un misterio ambientado en la ciudad de Vigo.
- Título: Tienes hasta las diez
- Autor: Francisco Castro (traducción de Ana Carballo Vázquez)
- Editorial: Suma de Letras (podéis encontrar algo más de información sobre el libro aquí y leer un fragmento del libro aquí)
- 350 páginas. 16,90 Euros (Edicion en papel); 8,99 Euros (Edición digital)
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