El despertador ha sonado cuando todavía estaba oscuro. La mujer, enérgica, los ha echado del piso mucho antes de la hora, diciéndoles que no aguantaría ni un minuto más «secuestrada en ese cautiverio». Al cerrar la puerta por última vez, las huellas de la rutina doméstica en las paredes, en la moqueta de la sala, generalmente escondidas por los cuatros y los muebles, les ha producido una incómoda perplejidad.
Éste es uno de los fragmentos iniciales de Otra vida, la novela de Rodrigo Lacerda escrita en 2009, que ha sido traducida al español y recién editada en España por Libros de Pizarra. Es además uno de los que más me han gustado por la fuerza de la imagen que evoca. La novela parte de una situación que no tiene nada de extraordinario: un matrimonio (marido y mujer, él y ella, nunca sabremos sus nombres) y su hija de cinco años abandonan la capital para volver su ciudad de origen en un entorno más rural. En un lapso de tiempo de algo más de dos horas y un único espacio temporal, una estación de autobuses, ahondamos en la situación actual de ambos personajes, en su pasado, sus sentimientos y las razones que les han llevado a este punto.
La narración nos sitúa en un marco familiar formado por un hombre de orígenes humildes, hijo de un carnicero, lo que viene siendo una buena persona, noble y fiel a su mujer, que acepta un cargo de funcionario público de poca monta siguiendo los deseos de prosperidad de ella. Arrastrado por la vorágine de una gran ciudad, buscando mejorar su situación económica y social, algo con lo que nunca se siente cómodo, acaba convirtiéndose en un corrupto converso. Ella por su parte es hija de una familia próspera venida a menos por la crisis que atraviesa el país y está deseosa de moverse en nuevos ambientes, llegar a formar parte de la alta sociedad, para lo que busca su propia independencia económica. Es en cierta manera una relación de polos opuestos que se atraen, que tal vez se amaron en algún momento pero que ahora tienen como único nexo de unión una una hija no deseada, a la que él adora y por la que la mujer siente sin embargo un cruel desapego. Una relación por tanto que se apoya en pilares muy endebles. Sin embargo, ninguno de los dos se siente con fuerzas de abandonarla.
En la novela cobra un papel muy importante el concepto del tiempo, hasta tal punto que la mayor parte de los capítulos llevan por título hora y minuto de la acción principal, la que se desencadena en la estación de autobuses donde esperan la salida del que les llevará de vuelta a sus orígenes y que se desarrolla a velocidad real. Ese espacio servirá además de marco para mostrarnos las disgresiones de ambos, que orientarán al lector hacia el pasado común. Unos recuerdos que tienen origen en objetos muy cotidianos, como la portada de una revista, la visión de una pareja más joven… y que permitirán abarcar horas, semanas e incluso años de su matrimonio.
Resulta muy llamativo el esfuerzo del autor por que conozcamos siempre todos los puntos de vista de los personajes, no sólo de los protagonistas, sino también de otros secundarios que aparecen a lo largo de la novela. Es por ello que en cada capítulo se alternan una y otra visión, cediendo el protagonismo bien al marido bien a la esposa. Sin embargo, hacia el final del libro, se rompe esta norma, y los puntos de vista se confunden y se mezclan dentro del mismo capítulo, al tiempo que los intentos por defender las posturas de ambos, por justificar sus comportamientos, se transforman en la descripción de una sociedad corrupta, acelerada, contaminante y poco digna de elogio. Hay una progresión de lo más íntimo, escondido, a lo más público, que termina con la escena entre marido y mujer a gritos en la estación a causa de los nervios por la desaparición de la hija y el haberse ocultado lo que realmente pensaban. Y sin embargo, esta escena, la única rodeada de un halo de descontrol en una redacción siempre serena, no se muestra de manera clara, sino que se omite, para luego volver sobre ella y los sentimientos que provocó, como si Rodrigo Lacerda no quisiera romper la falsa sensación de normalidad y calma que rodea la historia.
Para terminar, si hay algo que me ha gustado especialmente de la novela, ha sido la facilidad que tiene Rodrigo Lacerda para describir y poner en situación al lector sin extenderse, con un dominio de la lengua y un amor por los detalles que permiten entrar rápidamente en situación, alcanzar a entender detalles sutiles demasiadas explicaciones y visualizar las escenas como si de una película se tratara. Eso le permite mantener el ritmo y que la lectura no se haga pesada. Es, en conclusión, una novela muy recomendable.
Todo lo ocurrido le parece que tendrá buenas y malas consecuencias; nada es perfecto, nada es completamente malo.
Aprovecho para comentar que Rodrigo Lacerda presentará el libro esta misma mañana a las 11:30 horas en la Feria del Libro de Bilbao. Además, esta tarde, a las 19:30 horas participará en una conferencia sobre la literatura brasileña en la Sociedad Bilbaína, junto con Tomás González, Manuel Suárez, Antonio Maura (traductor del libro) y Álex Oviedo, a la que espero poder asistir. Si tenéis oportunidad y os apetece, nos veremos ahí.
Sinopsis: Un hombre y una mujer llegan a una estación de autobuses acompañados de su hija de cinco años. Quieren regresar a la pequeña y provinciana ciudad de la que proceden, abandonando la gran metrópolis en la que, al parecer, han fracasado.
Rodrigo Lacerda (Río de Janeiro, 1966). Hijo del editor Sebastián Lacerda y nieto del periodista y ex gobernador del Estado de Guanabara, estado actual de Río de Janeiro, Carlos Lacerda. Entre sus novelas destacan O Mistèrio do Leão Rampante (premio Jabuti de 1996 y premio Certas Palavras de Melhor Romance), Vista do Rio (finalista de los premios Zaffari & Bourbon, Portugal Telecom y Jabuti), O Fazzedor de Velhos (premio Glória Pondé, premio Jabuti y premio FNLIJ) y Outra Vida (premio de la Academia Brasileña de Letras al Mejor Libro de Ficción y finalista de los premios Portugal Telecom y Jabuti). Es también editor y ha traducido la obra de escritores destacados, como Alexandre Dumas, Oscar Wilde, Arthur Conan Doyle, Robert Louis Stevenson y William Faulkner, entre otros.
- Título: Otra vida
- Autor: Rodrigo Lacerda (Traducción de Antonio Maura)
- Editorial: Libros de pizarra. Colección Verde. (podéis encontrar más información en el siguiente enlace)
- 188 páginas. 21 Euros.
Puedes conseguir el libro aquí:

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