Frente a los detractores de la novela fantástica, de ciencia ficción o de terror, siempre he apoyado que es uno de los campos literarios donde se pueden abordar con mayor libertad temas de rabiosa actualidad quitando del medio la presión de la veracidad del ambiente que rodea la cuestión y ofreciendo enfoques más alternativos, extremos u osados sin que el autor tenga que soportar de forma continua «eso no es así». Algo que, por otra parte, tampoco debería suceder en las obras de ficción que son, precisamente, ficción, pero que cada vez se encuentran más sometidas a cierta exigencia de veracidad que a veces les ahoga en detalles que poco tienen que aportar al fondo de la cuestión.
Leyendo sin prejuicios –admito que fue a propuesta de un comercial y que no miré ni la sinopsis– Nuestras esposas bajo el mar, de Julia Armfield, me asalta la duda de si clasificarla como una novela de corte fantástico o, como me sucedía hace poco con Babel, considerarla más bien una novela realista con un único aspecto sobrenatural que, aunque tiene una presencia fuerte a lo largo de toda la trama, no la define en ningún momento. De hecho, si tuviera que clasificarla, me inclinaría más por incluirla en una lista de novelas románticas.
Julia Armfield, joven promesa literaria
Julia Armfield (Londres, 1990) está incluida en una de esas listas que Grant prepara de forma periódica. En el caso de autores británicos, se eligen veinte cada diez años. Veinte jóvenes promesas de la literatura. El tiempo y el trabajo deciden más tarde si se quedan en promesas o llegan más allá.
Julia Armfield entra en la escena literaria con «El gran despertar», un libro de cuentos fantásticos publicado también por la editorial Sigilo y traducido por Marcelo Cohen. Se trata de una antología de relatos donde la autora aborda la extrañeza con respecto al propio cuerpo, la adolescencia, las metamorfosis y la enfermedad. Y, como suele ser frecuente en la literatura, esos mismos temas surgen de nuevo en Nuestras esposas bajo el mar, su primera novela, que nos llega bajo el mismo sello editorial y con traducción de Virginia Higa.
Nuestras esposas bajo el mar, la Sirenita convertida al suspense
Nuestras esposas bajo el mar nos presenta a Miri y Leah, dos jóvenes enamoradas, casadas y que conviven en una relación asentada. Miri gestiona subvenciones para diversos clientes desde su hogar y Leah es bióloga marina de profesión. La trama arranca cuando Leah se embarca en una expedición al fondo del mar que debía durar solo tres semanas pero que se extiende por varios meses. Cuando Leah por fin regresa a la superficie y a su casa, Miri se da cuenta de que no ha recuperado en realidad a la mujer que ama. Leah apenas come, está perdida en su mente y pasa horas y horas sumergida en la bañera. Algo de lo que vivió en el abismo marítimo la transforma de un modo que Miri no comprende y las va separando poco a poco.
Cuando preguntan a Armfield el por qué de abordar una relación amorosa desde un punto de vista tan tenebroso, ella comenta que considera el terror como un género romántico desde el punto de vista de que el horror y el romance tratan sobre el miedo a la pérdida y la muerte, si bien con enfoques diferentes. La novela es eso: una historia de amor entre dos mujeres que, debido a un acontecimiento externo, se trunca, y esa ruptura no es inmediata sino que existe un proceso de ajuste entre ambos personajes y existen unas rutinas, unos mecanismos automatizados hasta cierto punto en la pareja, que son difíciles de acomodar a una nueva situación .
El amor después del enamoramiento
En Nuestras esposas bajo el mar uno de los aspectos que más me ha gustado es el de cómo se presentan esas rutinas, ese momento en la pareja en que se ha pasado la fase de enamoramiento, se han tomado decisiones como vivir juntas en pareja, y se encuentran en esa fase de rutina donde cada una conoce a la perfección los gustos de la otra, sus hábitos, la forma en que va responder desde lo emocional ante distintas situaciones… Es una fase que, frente a la inicial, no se presenta con tanta asiduidad en la literatura romántica.
Es en ese momento cuando se introduce un trauma, una situación de ruptura que, en el caso de Leah es la experiencia que narra en capítulos alternos sobre lo que le sucede tanto a ella como a sus compañeros de expedición cuando su submarino cae al fondo marino, deja de funcionar y les impide comunicarse con el exterior y pedir ayuda. En el caso de Miri el trauma es doble: por un lado los meses en los que no sabe nada de su esposa, nadie le informa de nada y está en ese borde en el que se siente obligada a asumir la pérdida pero sin cuerpo al que llorar; y, en segundo lugar, cuando recupera a su esposa, no recupera la normalidad previa. Armfield asimila esta situación a la de los veteranos de guerra que no logran comunicar lo que han vivido a quienes no han pasado por esa situación y se refugian entre iguales.
El abismo como secuencia tenebrosa.
Julia Armfield decide ambientar la narración en el fondo del mar aunque admite que su conocimiento sobre el mismo no es grande y ha debido documentarse. Esa elección no es baladí: nos enfrenta a aquello que nos fascina pero que no entendemos y, sobre todo, prejuzgamos, como son esas criaturas abisales que imaginamos amorfas y más propias de otro planeta que del nuestro. Eso permite el contraste entre lo cotidiano, el detalle de la relación de ambas mujeres frente a lo tosco, lo abrupto e incluso violento de la relación de Leah con sus compañeros de expedición. Es un marco dividido en dos que representa los dos hemisferios cerebrales: lo emotivo, lo frío, lo amoroso, frente a lo frío, lo técnico y científico.
Al final, en Nuestras esposas bajo el mar, lo de menos es, como comentaba al principio, el elemento fantástico: importa más cómo se supera un trauma en pareja, si es posible, cómo se rearman las rutinas, los hábitos, cómo la comunicación o la falta de ella determinan la continuidad del amor.
- Título: Nuestras esposas bajo el mar
- Autor: Julia Armfield (Traducción de Virginia Higa)
- Editorial: Sigilo (más información del libro aquí)
- 256 Páginas. 19,95 Euros (formato papel)