Viajes, frutas, Barrios
Puede que se deba a que miro muy bien por quién me dejo recomendar a la hora de escoger los libros que leo, pero la verdad es que en los últimos meses no me había encontrado con ninguno que me disgustara especialmente. Algunos han sido entretenidos sin más, y otros brillantes y dignos de ser releidos una y otra vez. Por eso me ha costado tantísimo terminar el libro del que os hablo hoy, que me ha venido impuesto por circunstancias externas.
Es cierto que, salvo contadas excepciones, no soy muy fan de los libros que narran viajes. Y tampoco de las descripciones eternas, soy una mujer de acción y eso se nota en los libros que leo. Probablemente sean esos los problemas que he encontrado en Viajes, Frutas y Barrios, de Maite González Esnal.
El libro se divide en tres partes, no siempre bien diferenciadas. En la primera, Viajes, relata por un lado sus experiencias en Frisia, región al norte de Holanda, con la que le unen lazos familiares. Con una combinación de experiencias cercanas a un diario personal y otras ficticias, la autora presenta un viaje físico que es también un viaje interior, donde se describe el contraste entre la cultura frisia y la vasca. Los distintos fragmentos que componen esta parte no están relacionados entre sí, son experiencias aisladas, muy descriptivas, con un sinfín de epítetos, donde tal vez el único hilo conductor pueda ser la pasión por las iglesias y los cementerios. Sin embargo, el último fragmento de este bloque, Mirlos en el maizal, deja a un lado la tierra holandesa y nos retrotrae a las «rarezas» de la protagonista, como el mencionado interés por los campo santos, la salida de sus padres del entorno rural a los extrarradios de la ciudad, debido a las leyes de mayorazgo de la época, y su introducción a las peculiaridades del labortano, dialecto del euskera de la zona occidental de Lapurdi.
En el segundo fragmento, Frutas, la granada, la manzana y el higo se usan como excusa para reflejar la situación de los años cincuenta, aún muy cercanas las consecuencias de la Guerra Civil, el choque cultural con los inmigrantes que llegan del sur de España y los recuerdos que le enlazan a la cultura gallega.
Por último, en Barrios, un grupo de vecinos conviven en las afueras del barrio de San Martín, cada familia con sus penurias, en plena postguerra, en una época de hambre donde las fiestas se celebran con pan duro y muchos niños mueren.
El libro no me ha gustado porque no hay un hilo que una todas las piezas. Son fragmentos, sin relación aparente, que suman páginas. No hay una historia detrás, ni una conclusión que extraer. El lenguaje es pesado, prescisamente por la ingente cantidad de adjetivos que adornan cada uno de los párrafos y no llego a entender la razón de ser de la obra, más allá dejar por escrito algunas vivencias o impresiones.
Sinopsis: Viajes, Frutas, Barrios está compuesto de un manojo de relatos breves narrados en diversos registros que describen culturas tan alejadas entre sí como, la Frisia del norte de Europa, y la vasca de los años 50-60 en el San Sebastián preindustrial.
Maite González Esnal (1943, San Sebastián, Gipuzkoa) estudió Filosofía y Letras en Barcelona. Trabaja como secretaria en la Asociación de Escritores Vascos. En 1984 publicó el libro Bertan ikusia, con fotos de Jesús Uriarte, comentando los bertsos del Campeonato de Bertsolaris Euskal Herria. En literatura infantil, ha publicado Mari Marietta (1997, Alberdania) y Lapitz baten ibilerak (1997, Erein). Otras obras suyas son Hegoak ebaki nahi nizkion (2000) y Maiderren taupada-bilduma (2002, Alberdania). En su faceta de traductora ha traducido al euskera textos de Mercé Rodoreda (Ipuin hautatutak, Diamantearen Plaza), Margueritte Yourcenar (Alexis, edo alferrikako guduari buruzkoa), Gabriel Celaya (Gaviota) y Eugenio Andrade (Uraren Bezpera). González Esnal lleva varios años conduciendo diversos talleres de lectura en Hondarribia e Irun.
- Título: Viajes, Frutas, barrios
- Autor: Maite González Esnal
- Editorial: Autoeditado por la autora con diseño y composición de Lamia – Pamiela
- 136 páginas, 12 Euros.
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Bushido, El espíritu de Japón
Hace poco tuve la oportunidad de ver El viento se levanta de Hayao Miyazaki, que espero no sea de verdad su última película y una de las cosas que más me llamó la atención fue la forma en que los japoneses encaran determinadas cuestiones de orden moral, como la devoción del protagonista a su compañía y al trabajo, sin tener en consideración el uso que iba a darse de los aviones que diseñaba (Jiro Horikoshi fue el responsable del diseño del caza de guerra Zero, con el que se bombardeó la base estadounidense de Pearl Harbor y que no tenía autonomía suficiente para traer a los pilotos de vuelta a Japón al finalizar el ataque).
Fue a causa de comentarios sobre la película que me han prestado y he tenido la ocasión de leer Bushido, el espíritu de Japón.
Como punto de partida diré que es un ensayo para occidentales escrito por Inazo Nitobe, que desempeñó a lo largo de su vida labores diplomáticas en Alemania, Francia… y por tanto era buen conocedor de la cultura occidental. Eso le lleva a buscar siempre similitudes entre el comportamiento del samurái y ejemplos europeos, principalmente la caballería feudal, y facilita mucho entender los conceptos de los que habla, en ocasiones demasiado abstractos.
Bushido –que significa «el camino del guerrero»– describe un código ético ya prácticamente desaparecido por el que se regía el Japón feudal y, especialmente, los samuráis. Es un libro clave para entender su mentalidad y los orígenes de su moral, y apreciarla desde una óptica diferente, a través de los capítulos que describen aspectos como el coraje, la cortesía, el suicidio y la venganza, el papel de la mujer… Es en resumen, un libro interesante que se lee con facilidad a pesar de los cuatro siglos que han pasado desde su concepción, pero exige que el lector esté especialmente interesado en la materia.
Sinopsis: Bushido es desde hace tiempo un libro clásico e insustituible para conocer lo que se escondía (y aun hoy se esconde para muchas personas) en el trasfondo del alma y la filosofía de Japón. En la tradición japonesa, Bushido tiene el significado de «el camino del guerrero», y era un código ético preciso y estricto, no escrito, que impregnaba tanto a la sociedad feudal japonesa como a la filosofía por la que muchos samuráis combatían y entregaban sus vidas.
Inazo Nitobe nació en 1862 y comenzó el estudio de la lengua inglesa a la edad de nueve años. Entró en la Escuela Agrícola de Sapporo en 1877, y en 1883 en la Universidad Imperial de Tokio. En Estados Unidos estudió Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Johns Hopkins, desde 1884 a 1887. En Alemania, desde 1887 hasta 1890 estudió en varias universidades. Como educador, Nitobe enseñó primero en la Escuela Agrícola de Sapporo. Entre 1903 y 1919 obtuvo una cátedra en la Universidad Imperial de Kioto, fue director de la First Higher School y luego catedrático en la Universidad Imperial de Tokio. También fue el primer presidente de la Universidad de Mujeres Cristianas de Tokio. En 1918 asistió a la Conferencia de Paz de Versalles y llegó a ser subsecretario de la Liga de Naciones. Fue miembro de la Cámara de Pares desde 1926 a 1933, y desde 1929 a 1933 fue presidente del Instituto para la Relaciones en el Pacífico. Murió en Victoria, Columbia Británica, en 1933.
- Título: Bushido
- Autor: Inazo Nitobe
- Editorial: Distribuciones AlfaOmega, S.L. (más información aquí)
- 162 páginas, 12 Euros.
Puedes conseguir el libro clicando sobre la imagen de la portada
1 comentario en “Lecturas de mayo: Viajes, frutas, barrios y Bushido”
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