La peste blanca: no nos pasa nada que no haya sido ya escrito

Tengo un sentido del humor negro. Negro color agujero negro. Así de negro. Negro como el humor negro de Ricky Gervais, aunque no le llegue ni a la suela de los zapatos. Zapatos negros, claro está. Así que me van a disculpar que me haya echado un par de carcajadas leyendo La peste blanca —que no negra—, obra de teatro de Karel Čapek. Porque de algo hay que morir y mejor que nos pille riendo. Aviso que la historia no es de risas. Es dramática.

Igual la referencia a Gervais no está del todo fuera de lugar porque ambos —su monólogo y el libro de Čapek— hablan de lo mismo: de la crítica el nazismo. Pero en tono y estilos muy diferentes, claro está.

De Čapek ya ha pasado por esta web su novela distópica más famosa, La guerra de las salamandras. Con enormes dudas compruebo que la leí en abril, en pleno confinamiento, y tomo conciencia de que, si hay algo que se me está trastornando con tanta noticia mono temática y tanto encierro y tanta tensión es la percepción del paso del tiempo. Yo hubiera dicho que lo leí hace al menos un año.

La peste blanca es una novela con doble capa: la externa o la forma y la interna o el fondo. Como toda historia, vamos. El acierto de Pálido Fuego al tomar esta obra y convertirla en la punta de lanza de su nueva colección es que la forma tiene similitudes sorprendentes con la situación que estamos atravesando en este momento.

Las distopías tienen mucho de crítica social o política, como es el caso. Escrita en 1937 y traducida de forma simultánea en varios países —es muy interesante la historia que cuenta el editor sobre cómo se ha perdido la huella de sus traductores en España—, el propósito de Čapek era hacer una crítica feroz al nazismo que se extendía ya como la pólvora y abocaba a una guerra aún más cruenta que la Primera Guerra Mundial, si cabe.

Lo interesante de La peste blanca es que es más metáfora que distopía. El símbolo escogido para encubrir, de forma no muy sutil, la verdad, el régimen nazi es una enfermedad. Para ser más concretos: una pandemia. Una pandemia cuyos primeros síntomas son la aparición de costras blancas marmóreas en la piel que se extienden por todo el cuerpo y acaban desprendiéndose, dejando la piel putrefacta y conduciendo, inexorablemente, a la muerte.

¿Nos suena lo de la pandemia? Un poco. Así que vamos más allá:

…a enfermedad empezó en China. ¿No te he dicho siempre que deberíamos convertir China en colonia europea y poner orden ahí? Esa es la única manera de que tengamos algo de paz aquí.

Otra coincidencia notable. No va a ser la única:

«Cuando no podemos con una enfermedad, tendemos a teorizar sobre ella».

¿Hemos pasado últimamente por redes sociales, hemos leído mil y una teorías en los últimos nueve meses, hemos hecho cosas que al día siguiente  de ser aprobadas eran tachadas de improcedentes?

La gran genialidad de La peste blanca no es tanto lo que narra, que tiene un valor educativo e histórico  innegable, sino su lectura en 2020, que la convierte en algo premonitorio donde la metáfora se convierte en el sujeto activo de la acción. Ahora ya no importa el régimen del que habla sino la fachada, la cubierta: esa enfermedad de origen chino, altamente contagiosa que no parece tener cura.

Cuando desde una mentalidad primer mundista nos enfrentamos a lecturas así, por un lado apreciamos que todo está ya escrito, que la mente de grandes pensadores o escritores ya han concebido, aunque sea en la ficción, problemáticas parecidas a las que nos vemos sometidos. Es cuando menos una cura de humildad que nos ayuda a ampliar la mente y ver un poco más allá de nuestro ombligo, de esta pequeña comunidad en la que nuestra muerte parece ser más importante que la muerte ajena.

En ese sentido La peste blanca es una obra necesaria y es el tipo de literatura que nos obliga a contextualizar el texto para comprender a qué hace referencia. La obra de teatro en 1937 es una metáfora; la misma obra en 2020 es un ejercicio de realismo satírico.

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  • Título: La peste blanca
  • Autor: Karel Čapek (traducción de José Luis Amores)
  • Editorial: Pálido Fuego (más información del libro aquí y puedes leer)
  • 120 páginas. 8,90 Euros (formato papel).

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