La pequeña Eve

He tenido un verano muy de género fantástico, tal vez por saturación de títulos de corte realista plagados de dramas calco, en buena parte, de las páginas de cualquier diario nacional. No descubro nada si digo que he encontrado más dramas del mismo corte. Al menos han llegado envueltos en una cobertura bastante más interesante, por lo que doy por bien servido el estío. Entre los títulos que más he disfrutado está La pequeña Eve, de la autora estadounidense Catriona Ward.

En 2021 se publicaba por primera vez en castellano una obra de la escritora, afincada en la actualidad en Londres y Devon. Era La casa al final de Needless Street, una historia que narra la desaparición de una niña desde un varios puntos de vista — incluso de una gata—. Recibió una acogida muy calurosa incluso entre la comunidad de lectores no aficionados al género fantástico. Alianza fue la editorial que publicó esta novela en su colección Runas. Ahora, en 2022, se ha animado a repetir con otro título de la autora y repitiendo también con la traducción de Cristina Macía Orio. 

catriona ward foto de perfil
Catriona Ward

La pequeña Eve es una novela a la que, de buscar una clasificación, podríamos definir como una historia gótica de tintes ocultistas. Con una premisa que se desarrolla a fuego lento y sin apresurar el aporte de información sumerge al lector en una atmósfera cada vez más opresiva. Cuanto más cuando su argumento se aleja del fantástico y se acerca al horror real a medida que pasan las hojas. A su autora le valió el Premio Shirley Jackson y el premio August Derleth a la mejor novela de horror de los British Fantasy Awards en 2019. 

La pequeña Eve en una Escocia opresiva

Si La pequeña Eve tiene un rasgo que destaca por encima de los demás es el excelente ejercicio de ubicación y creación de atmósferas durante toda la novela. Traslada al lector al año 1921. El foco de la narración será una minúscula y remota isla escocesa llamada Altnaharra que solo se conecta con tierra firme durante la bajamar y permanece en completo aislamiento el resto del tiempo.

 Allí, en un antiguo castillo semiderruido, rodeados de un mar salvaje y casi permanentemente cubiertos por la niebla y la humedad vive una familia formada por un hombre, dos mujeres y cuatro niños. Una mañana un joven del pueblo más cercano se acerca para llevarles un encargo de carne. Tras la sorpresa inicial de ver la verja de entrada abierta, se adentra en el recinto para encontrar que cinco de los miembros de la familia, a los que se suma una niña del pueblo, han sido asesinados y dispuestos de una forma cuasi ritual. Solo hay una superviviente, Dinah, de dieciséis años, y todo apunta desde un principio a que la asesina es Eve, de catorce que ha caído al mar después y cuyo cuerpo no se consigue localizar.

Con este punto de partida Ward nos sumerge en una historia oscura donde cada paso el horror es cada vez más indescriptible. Pronto se llegará a la conclusión de que la supuesta familia es en realidad algo muy parecido a una secta donde el hombre adulto, “el tío” como le llaman los demás, tiene sometidos al resto de los miembros del clan a través del maltrato, que incluye violencia psíquica, física, agresiones sexuales, hambre y aislamiento social. El segundo punto fuerte es sin duda poner bajo la lente atenta del autor las dinámicas propias de este tipo de agrupaciones trasladando al grupo a un entorno más fantástico de lo habitual pero describiendo con precisión la red de odios, celos entre los niños por ser los favoritos del adulto, castigos, miedos y pasiones mal encauzadas por la falta de modelos emocionales estables.

Sectas en plena novela gótica

Resulta por tanto muy interesante cómo explora, desde el género, las raíces de las sectas y cómo sus miembros, a pesar de un sufrimiento más que evidente, se mantienen fieles a un líder en una relación que es sobre todo de cautividad y rayando en el síndrome de Estocolmo.

La pequeña Eve es una novela plenamente gótica, una corriente que surgió a finales del siglo XVIII. Entre sus características se incluyen elementos mágicos o fantasmales y el terror, y nos traslada a un mundo entre lo real y lo irreal, a un mundo de pesadilla donde las dos protagonistas, Eve y Dinah, se irán alternando en el tiempo para contarnos una historia que habla mucho de los traumas psicológicos y secuelas del maltrato en la infancia. Ese binomio se intuye desde el momento en que las propias niñas no saben siempre si lo que están experimentando es real o no y esa incertidumbre, trasladada con patricia a la mente del lector, le obliga a hacer un esfuerzo que se acerca al camino más detectivesco.

Respecto al ritmo, La pequeña Eve es una novela muy sosegada en su desarrollo, asentando los pilares sobre los que se sustenta la historia, envolviéndolos en suspense y niebla. En cierta forma, a pesar de que conocemos o creemos conocer el desenlace desde un principio porque una de las dos narraciones tiene lugar en el presente de Dinah, la novela adquiere cierto tinte de thriller que beneficia a la historia. Por supuesto llega con sorpresa final —quizás no tanto para lectores avezados— pero no por eso deja de ser un viaje fascinante.

la pequeña Eve, portada del libro de catriona Ward editado en la colección Runas de Alianza.
  • Título: la pequeña Eve
  • Autor: Catriona Ward (traducción de Cristina Macía)
  • Editorial: anagrama (más información del libro aquí  y podéis leer un fragmento aquí)
  • 272 páginas. 21,95 Euros (formato papel); 11,99 euros (formato digital)

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