La muerte abrió la leyenda

Resulta curioso, cuando menos, cómo se encadenan las lecturas sin razón aparente, más allá de la simple casualidad. A pesar de que no me muevo por el género de la novela negra, en apenas un mes han coincidido dos lecturas con fuertes conexiones entre ellas. De un lado, Tienes hasta las diez, de Francisco Castro, que no pertenece en realidad al género negro, aunque lo disimula con pericia. Pero entre sus páginas, ambientadas en parte en los últimos años del franquismo, se describen los movimientos clandestinos en oposición al régimen y las imprentas ocultas en sótanos donde se daba vida a panfletos que superaban la censura obligada de la prensa.

Mucho de esto está también presente en La muerte abrió la leyenda, la última novela de Alejandro M. Gallo con el comisario Gorgonio Llaneza —un nombre elegido con tal tino y brillantez que pocos podrán destacar sobre él— que, sin embargo, funciona a modo de precuela, ya que relata el primer caso del policía, recién incorporado como subinspector de segunda a la Policía Nacional en Castellón. La novela ha sido ganadora del Certamen Castellón Letras del Mediterráneo, otorgado por la Diputación de la provincia, para homenajear a aquellas obras que tienen Castellón como su enclave principal.

Alejandro M. Gallo conoce bien el terreno en el que se mueve la historia. Este leonés, nacido en 1972, es licenciado en Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación. Fue oficial del Ejército, jefe de la Policía Local de Astorga y de Langreo y actualmente es el comisario-jefe de la Policía Local de Gijón. Tiene ya una larga tradición como escritor de novela negra, desde Asesinato de un trotskista (2005), finalista del Premio Internacional de Novela Negra Umbriel,pasando por Una mina llamada infierno (2005) y Última fosa. Revolución del 34: caso abierto (2008), Caballeros de la muerte (2007), Operación Exterminio (2009), Seis meses con el comisario Gorgonio (2011), Asesinato en el Kremlin, con la que obtuvo en 2011 el XIV Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policíaca, Morir bajo dos banderas (2012), finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León, y Oración sangrienta en ValleKas (2014).

Es precisamente el bagaje profesional del autor y su interés por la memoria histórica del país lo que confiere el mayor atractivo a La muerte abrió la leyenda: su solidez documental. Próximo a su jubilación, Gorgonio Llaneza es obligado por sus superiores a ir como invitado a un programa de radio local, de temática criminal, que se emite a altas horas de la madrugada. Ignorando las preguntas de los jóvenes locutores, que para él son símbolo de una modernidad sin sentido, decide contar su primer caso cuando, en 1972, se incorpora a la Brigada de Investigación Criminal de Castellón de la Plana, y le asignan certificar el fallecimiento de un hombre en accidente de tráfico. Sin embargo, cuando llega al lugar del accidente, descubre que no ha sido asignado por casualidad, sino que, aprovechando su falta de experiencia, sus superiores quieren pasar por alto algo que tiene un cariz mucho más criminal.  El muerto es Amado Granell, oficial republicano que comando la liberación de París de la ocupación nazi, y su muerte dista de ser en realidad un accidente. Un crimen que el subinspector Llaneza tratará de resolver a pesar de la oposición de sus superiores.

Alejandro M. Gallo consigue, como comentaba, crear un relato sólido y verosímil que, al igual que sucede con los jóvenes locutores que escuchan la narración de su protagonista, capta desde un primer momento la atención del lector, al punto que la resolución del conflicto es posible que le sepa a poco, que le indigne incluso, aunque se trate de la salida más creíble. A través de su narración en primera persona, Gorgonio nos sumerge en una época ya lejana pero aún presente para muchos: la del final del franquismo, caracterizada por un falso aperturismo al exterior, donde la Brigada de Investigación Social (BSI), la policía secreta encargada de perseguir y reprimir los movimientos de oposición al franquismo, aún campa a sus anchas —es uno de los pasajes más terribles de la novela— y donde se nos presenta también, por ejemplo, la Operación Gladio, una red clandestina secreta anticomunista que operó en Europa bajo la dirección de la OTAN y la CIA durante la Guerra Fría, en un reflejo de las fuerzas del estado.

A la solidez histórica se añade la presencia de unos personajes bien ensamblados, con su dosis justa de presencia, al punto de que se complementan sin llegar a eclipsarse entre ellos ni desviar la atención de la historia con innecesarias tramas secundarias, más allá de la necesidad de presentar la justificación de cada uno. Destaca sobre todo el joven pillo que acompaña a Gorgonio en su investigación y le sirve no sólo como guía por una región que no conoce, sino también como símbolo de ese aperturismo cultural incipiente que resulta casi imposible de contener y que ejemplifica en la persona de Max Aub.

La muerte abrió la leyenda es una novela negra de corte clásico, que ve aliviado el peso de la narración por los frecuentes cortes con breves capítulos que nos sacan de los recuerdos de Gorgonio y nos traen de nuevo a un presente que, si bien es cercano, no deja de pertenecer a un siglo distinto. Es una historia ágil, amena, que no pierde su ritmo a lo largo de sus algo más de doscientas cincuenta páginas y que resultará entretenida tanto a los lectores habituales del género como a los más ocasionales.

  • Título: La muerte abrió la leyenda
  • Autor: Alejandro M. Gallo
  • Editorial: Reino de Cordelia (puedes leer más información sobre el libro aquí y leer las primeras páginas —abre un pdf— aquí)
  • 264 páginas. 18,95 Euros (Edicion en papel)
  • Este libro ha sido galardonado con el premio Letras del Mediterráneo
  • Puedes comprarlo aquí:

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