Llegan varias novelas gráficas en tono reivindicativo feminista al mercado. Han estado ahí siempre pero ahora tiran de personajes más mediáticos involucrados en su realización para poner el gancho más visible de cara a sus seguidores —algunas cuentan con legiones completas— y potenciar ventas. ¿Qué potencial real tienen estas obras? Está por verse aún. En todo caso pasan a formar parte de un mercado editorial que, a pesar de crisis y confinamientos, no parece estar sufriendo tanto como se temía hace algo más de medio año.
Entre esta suerte de trabajos de marcado carácter autobiográfico podemos encontrar Un mundo hostil, del que hablé hace unos meses. Y ahora llega La mala leche, con guión de Henar Álvarez e ilustrado por Ana Müshell. Una obra en la que se muestran, a modo de episodios con un carácter semi independiente, las tribulaciones de una mujer en la treintena, madre reciente, guionista, que busca un ejercicio de autoafirmación en sus propias necesidades y deseos y choca con una sociedad en la que la mujer todavía no tiene un espacio propio a pesar de reivindicarlo.
Henar Álvarez (Madrid, 1984) es cómica y tiene un largo recorrido como guionista y presentadora de radio y televisión. Presentó un programa de radio con Leticia Dolera en la SER, escribió crónicas feministas en El Confidencial, fue guionista de Hoy por hoy y presentadora de los programas de televisión Likes y Las que faltaban (Movistar+). En marzo de 2019, Álvarez debutó en el programa Late motiv, conducido por Andreu Buenafuente. Actualmente presenta Buenismo bien (SER), junto a Quique Peinado y Manuel Burque, además de colaborar como guionista y tertuliana en varios programas de televisión.

¿De dónde surgió la idea de escribir La mala leche?
La mala leche es una historia muy personal donde la protagonista soy yo, una mujer que acaba de pasar la treintena, acaba de ser madre, tiene un bebé muy pequeño y empieza a descubrir que se ha pasado toda la vida teniendo un montón de novios muchísimo más mayores que ella. Y que todos han quedado medio calvos y gordos mientras que ella no paraba de teñirse, estar a dieta y esforzarse por estar siempre guapa y monísima y atractiva.
Descubre que en este momento de su vida esos chicos mazados, tronistas de los que se ha estado riendo toda la vida quizás no están tan mal. A lo mejor se ha perdido algo y ya es demasiado tarde. Empieza a explorar que a ella también le gusta mirar y desear y que atiendan sus fantasías.
La mala leche es un cómic de humor en el que intenta relatar las tribulaciones de esta chica a la que se le ha caído el mundo encima porque no sabe muy bien qué hacer con su vida ni cuál es su deseo.
¿Darle la forma narrativa de una novela gráfica o cómic era algo que buscabas desde un principio?
Sí, siempre, siempre tuve claro que iba a ser un cómic. Creo que la historia es muy visual y hay cosas que yo quería retratar, como el detonante —todo empieza porque la protagonista quiere que su novio le mame la leche de las tetas—, que yo pensaba que visto en imagen iba a tener muchísima más fuerza. De hecho, creo que si lo hubiera relatado habría quedado más como un rollo erótico que cómico. Con La mala leche creo que te ríes. Hay muchos desnudos pero «no da para pajas». Si hubiera sido un texto el efecto a conseguir era otro.
¿Cómo ha sido trabajar con con Ana Müshell? ¿Os presentaron para este proyecto, os conocíais con anterioridad?
Yo conocía su trabajo cuando Planeta se puso en contacto conmigo para hacer un libro. Les dije que quería hacer una novela gráfica. Entonces venía a buscar la segunda pata de esta mesa. Conocía el trabajo de Ana, me encantaba y creía que era un tipo de viñeta, en un tipo de dibujo que venía fenomenal para rebajar el tono. Yo hable de una manera más cruda, más bruta, y su dibujo, tan elegante, le iba a quitar parodia e iba a convertir al personaje en una chica muy humana, que es lo que yo quería: que la gente pudiera empatizar con su historia, no la juzgara y la entendiera. Para eso las viñetas de Ana han sido vitales, lo hemos conseguido.
La adaptación ha sido fácil y rápida. Teníamos un tono muy parecido. Los guiones se los iba pasando capítulo a capítulo. Le mandé fotografía para el diseño visual de los personajes. El resto ha sido trabajo a medias. En los primeros capítulos sí le pasaba un guión viñeta a viñeta pero una vez tuvimos el tándem Ana impulsaba más el proyecto con aportaciones que me hacen estar contentísima con el resultado.
En La mala leche parece que la protagonista se está auto exigiendo demasiado en cada momento: tiene que ser madre, pareja, trabajadora, ser culta, tener una vida sexual satisfactoria y si no consigue todo eso, que ya es bastante, es un fracaso de vida. ¿Estamos en ese nivel de frustración?
Ella sobre todo por lo que más siente fracaso es por el tema de la maternidad: te han metido en la cabeza que tienes que ser madre, nos han intentado inculcar que eso tiene que ser tu objetivo y que lo más importante es tu hijo y no tu. Tu casi vas a ser una especie de apéndice, «la mamá de».
Como ella vuelve rápido a trabajar, tiene vida personal, tiene hasta un amante, siente culpabilidad que viene más por no ser el tipo de de madre que se espera o que le habían dicho que tenía que ser que por todo lo demás. Con lo demás está feliz. De repente si a mi hijo le pasa algo va a ser culpa mía. Esto no lo no he mostrado así de literal pero creo que se percibe durante toda la historia.
Por si todo esto fuera poco añades un obstáculo más que es el tema de la hipocondría que sufre la protagonista y que hace pensar que no solo cabe la posibilidad de morirse, sino que eso es además un incentivo para considerarte un fracaso al no lograr todo lo demás.
Es que eso me pasa: me da muchísimo miedo viajar en avión y ahora ya me pasa en en el tren y hasta en el coche, se me empiezan a poner las mariposas en el estómago y empiezo a pensar que me van a pasar cosas terribles. Ese miedo viene de unas ganas tremendas de vivir; soy súper sociable; me gusta muchísimo estar con gente y cada vez que me pasan cosas buenas pienso que va a llegar algo que lo va a joder todo. A ver si me voy a morir ahora, me viene super mal.
Con eso he ido desarrollando una paranoia rarísima que intento gestionar para que deje de suceder. Y esto también lo quería incluir en el libro.
En el texto que cierra La mala leche a modo de epílogo que dices que que los hombres con los que estabas eran más una proyección de lo que quería ser, que de lo que te querías follar. ¿No da la impresión de que, desde obras con un tinte tan marcadamente feminista, en lugar de reivindicar un espacio propio parece que queremos reclamar la posibilidad de copiar aquello que veníamos criticando?
No es copiar. Los que han tenido la oportunidad de vivir como personas han sido ellos. Cuando se ha estudiado la psique humana, ha habido una perversión del lenguaje donde ha llegado a equipararse hombre con humano. Si hablamos de el hombre, la era del hombre, estamos hablando de seres humanos pero al final parece que hablamos de ellos.
Cuando leo libros o veo películas donde se habla de las miserias del ser humano, están representada por hombres. Se les percibe pues de manera humana, pueden cabrearse, ser infieles, hacer todo lo que quieran… sin embargo, con las mujeres no sucede porque siempre se ha cumplido un patrón y nos han encajado en unos roles muy estrictos, muy constreñidos o muy pequeños.
Si gritas eres una histérica. Si eres una persona asertiva en tu trabajo y eres jefa y mandas, eres una mal follada. Se nos pide muchísimo más. Yo no creo que tenga que ver tanto con copiar como con salir del patrón descrito para ti. Eso sí me parece importante.
Cuando digo que me fijaba más en los hombres que cumplían una serie de cosas que eran las que yo quería para mí es porque creo que nos han educado para ser la primera dama. Incluso cuando hablas con tu familia, con tus padres, el tema es que busques un novio bueno, que tenga un buen trabajo… busca un presidente de gobierno, pero no puedes ser la presidenta.
¿Es copiar querer ser presidenta del Gobierno? Lo veo como una pequeña perversión de los roles.
Ahora que poco a poco vamos ocupando espacios, reivindicando esas dudas, deseos, necesidades que son más propias de la mujer, y que las reflejamos ya sea en monólogos, en radio o en televisión o como es el caso, en un cómic: ¿te surge la duda de que pueda darse la circunstancia de que nuestro público sea precisamente quien no necesita leerlo, sí para sentir empatía pero no para abrir los ojos de quienes tal vez sean menos conscientes de las necesidades de espacio que tenemos?
A mí me gusta mucho que me lean las mujeres y además sí pienso que las mujeres necesitamos referentes. Hay muchas cosas de las que no me he dado cuenta hasta que no me puse a leer a más mujeres. Eso me llegó con los 30 años y no veía cosas, creía que eran de una manera y son de otra.
Eso es algo importantísimo. Si los hombres no se interesan por nuestra vida me da un poco igual. Me gustaría que ellos sintieran esa empatía porque es imprescindible para que nosotras crezcamos puesto que son quienes están en los puestos de poder. Pero las mujeres hemos salido adelante, el feminismo es un movimiento que ha salido adelante sin la ayuda de nadie. Si no les interesa me es igual.
Si La mala leche fuera una película no superaría tal vez el tan cacareado Test de Bechel puesto que la mayoría de las conversaciones entre mujeres están centradas en sus relaciones con los hombres. No sé si hay un punto de ironía y «mala leche» voluntaria en esto.
El test de Bechdel aquí está superado porque hablo muchísimo de trabajo, pero evidentemente yo tenía que hablar de hombre porque el libro trata sobre el deseo. Si la protagonista hubiera sido una chica lesbiana no hablaría de hombres sino de mujeres. Pero habla de mí y quería hablar del deseo. Es lo que ha tocado.
La trama del trabajo la quería meter, eso lo tenía clarísimo. Si hubiera hablado de cualquier otra cosa no me hubiera fijado tanto en las figuras masculinas. Pero como el tema era el sexo…
Parece ser que se va a adaptar la serie a formato televisivo. ¿Te gustaría que fuera algo en la línea de Fleabag y te verías como la protagonista?
Se está preparando una comedia en capítulos de media hora. Estamos ahí, trabajando duro, para llegar a buen puerto y que podamos ver la serie cuanto antes. Yo de momento voy a liderar el equipo creativo porque soy también guionista también. Ha sido genial tener la oportunidad de adaptar mi propia historia, porque siempre la entendí como algo súper visual.
¿Yo como actriz? Eso todavía está por verse? Iremos anunciando más cosas.
- Título: La mala leche
- Autor: Guión de Henar Álvarez e ilustraciones de Ana Müshell
- Editorial: Planeta (más información del libro aquí )
- 320 páginas. 20,00 Euros (formato papel); 7,99 Euros (formato digital)