Intuyo que se debe a un miedo generalizado, pero la realidad editorial nos muestra que, si un autor funciona más o menos, es imperativo publicarle hasta la lista de la compra. Una lista de la compra se la hemos admitido a Woody Allen en uno de sus relatos y creo que es más que suficiente. Pero las editoriales no piensan lo mismo. De ahí que nos encontremos dos y hasta tres o cuatro libros del mismo autor publicados en un mismo año. ¿Tiene sentido? ¿Es pan para hoy y hambre para mañana? Habrá que esperar a comprobarlo aunque yo sí creo en la muerte por saturación.
Es posible —probable más bien— que se trate de un problema mío en exclusiva. Me gusta descubrir. Me gusta descubrir autores de los que no había leído u oído hablar antes y me gusta descubrir editoriales. Malas tierras, que ya no es novata aunque lo fue hace poco en términos del sector, lleva bien lo de traernos voces poco conocidas y, además, poco comunes. Es el caso de su último título publicado, Hotel Splendid, de la francesa Marie Redonnet.
Marie Redonnet en clave de Beckett
Marie Redonnet es el pseudónimo con el que escribe Martine L’Hospitalier, autora francesa nacida en 1948 en París. Redonnet dio clases durante varios años en un instituto antes de dedicarse por completo a la escritura. Desde que apareció su volumen de poesía Le Mort & Cie en 1985, ha publicado cuatro novelas, una novela corta, numerosos cuentos y tres obras dramáticas. Hotel Splendid fue publicada originalmente en 1986 y permanecía inédita en nuestro país al igual que el resto de su obra que nunca había sido traducida al castellano hasta ahora. Nos llega con traducción de Rubén Martín Giráldez, autor y traductor de cuyo trabajo hay que estar siempre un poco pendientes.
La obra de Marie Redonnet se viene comparando con las de la reciente premio Nobel Annie Ernaux o con Samuel Beckett. Es cierto que ella misma ha reconocido la influencia crucial que la obra del segundo ha tenido sobre su trabajo literario cuando afirmó que Beckett abrió una puerta y ella entró. Y es posible que esa comparación se establezca más en base a su estilo que a su fondo.

Hotel Splendid, la ruina de lo destinado a la muerte
Hotel Splendid es parte de una trilogía, la de la muerte, de la que esperamos que sus otros dos volúmenes —Forever Valley y Rose Mellie Rose— también nos lleguen, al menos a la vista del nivel mostrado en el primero. Nos despejamos a un entorno agreste, rural, imbuidos de la pegajosa y sucia humedad de un pantano. Ahí se eleva un hotel, el Hotel Splendid, y ahí es donde la protagonista, una mujer sin nombre, sin edad y sin rostro narra su pasión por el establecimiento, heredado de su abuela, quien lo mandó construir a orillas de un pantano con vida propia.
El Splendid es un hotel que está al borde de la ruina, que vivió tiempos de gran esplendor, pero que ahora es apenas un hostal de mala muerte para trabajadores del ferrocarril o cazadores. Es un espacio que sufre todo tipo de ataques, desde plagas de mosquitos hasta el atasco constante de los sanitarios. Trabajadora infatigable, la narradora se consagra al cuidado de sus clientes, que llegan atraídos por los letreros de neón que brillan en la noche mientras atiende a dos hermanas, Ada, siempre enferma, y Adel, actriz frustrada.
El ejercicio de una prosa contenida
Hotel Splendid es un libro muy particular porque tiene una estructura muy complicada de mantener: su narrativa es un flujo inagotable de oraciones simples, muy cortas, sin subordinadas y sin apenas complementos. Es un factor que, si bien interesante, tiene un aspecto negativo: le resta sonoridad al texto y puede resultar hasta cierto punto monótono, como una sucesión de golpes de tambor. La parte positiva es que por un lado, resulta implacable como generador de una burbuja en el espacio temporal. El tiempo se deforma a gusto de la autora y da sensación de plasticidad, de adaptarse a las necesidades narrativas de cada momento. Lo mismo la narración parece avanzar a golpe de cascos de caballo al galope como parece suspenderse en un instante estático mientras el mundo continúa su paso.
El otro aspecto positivo del estilo narrativo es que remarca lo que viene a ser poco menos que un nuevo nivel del infierno de Dante: una mujer que lucha y lucha para sostener su herencia mientras los hados parecen serle continuamente adversos. Redonnet consigue que la historia sobrepase la forma para llevarnos por una senda de desesperación, de declive constante que se manifiesta en ese hotel que se derrumba y que es, por sus características, un personaje con voz propia. Es difícil encontrar espacios físicos que acaparen con tal plenitud el lugar de un personaje –tal vez, por poner un ejemplo, la bella Manderlay de Rebecca—. El Splendid lo logra con audacia, con esos minúsculos y tan temibles cambios que influyen de forma rotunda en el devenir de los demás.
La ansiedad puesta al servicio de la narrativa
Entre mosquitos, fango y sudor, y a pesar de que el texto es capaz de mostrar momentos de belleza que brillan en una prosa muy contenida, la ansiedad se abre camino en una novela que incluso puede equipararse en cierta manera a un diario discontinuo, el de una mujer que no puede estar en un lugar pero tampoco quiere marcharse, una mujer que se hunde en el mismo fango que trata de mantener alejado.
Hotel Splendid es una de esas novelas donde se aprecia lo difícil que es escribir fácil o aparentar hacerlo, donde las emociones muestran tal nivel de contención que escapan a la forma y se manifiestan de una forma sutil pero que llega con claridad al lector. Su protagonista es un capitán Acab luchando contra una ballena que nunca será suya más que en el pensamiento. Hay algo terriblemente triste pero poderoso al tiempo en admitir que no siempre los finales son felices.
- Título: Hotel Splendid
- Autor:Marie Redonnet (Traducción de Rubén Martín Giráldez)
- Editorial: Malas Tierras (más información del libro aquí).
- 120 Páginas. 18,50 Euros (formato papel)
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