Hay formas estupendas de que tu verano se vaya al carajo. Como que Gálder Pérez, periodista y conductor del programa Graffiti en Radio Euskadi, te invite a participar con una sección sobre libros y además te de carta blanca para escoger los temas semana a semana.
Así que, aunque 2021 esté siendo un caos respecto a las publicaciones en el blog, los libros siguen siendo hoy, más que nunca, parte de mi día a día. Y no quiero dejar pasar la oportunidad de dejar aquí reseñados los libros que menciono en la sección.
El primer episodio de Libros de Piscina lo he dedicado a los vampiros y, sobre todo, a las vampiras. No se me ocurrió nada más veraniego, lo admito. Algunos de los libros ya tienen su propio espacio en esta web pero otros se merecen también su pequeño espacio. En todo caso, si os da pereza leer, siempre podéis escuchar mi voz pulsando en la imagen y disfrutando de la oscuridad y la sangre:
Pensar en vampiros es, quizás, pensar en Drácula de Bram Stoker, publicado por primera vez en 1897, el ineludible de la literatura clásica, exponente del gótico romántico y un claro ejemplo de la fascinación por lo científico del siglo diecinueve.
Drácula ha surcado las pesadillas de muchos lectores y ha encendido la imaginación de cientos de creadores que se han inspirado en su protagonista —lo es porque, a pesar de que sus apariciones entre las páginas del libro son escasas, su carisma y presencia son de tal intensidad que opacan al resto de personajes—, el conde vampiro que vive eternamente, para multitud de estudios y versiones, tanto en papel como en el celuloide, desde el brillante Nosferatu de Murnau en 1922 hasta la adaptación poco acertada a gusto de algunos de Francis Ford Coppola. Su atracción es innegable y es por eso el personaje más adaptado de la historia, seguido de cerca por Sherlock Holmes.
De las decenas de ediciones existentes siento debilidad por la ilustrada por Fernando Vicente (Madrid, 1963) para la editorial Reino de Cordelia, de la que hablé largo y tendido aquí.
Los orígenes: El vampiro de Polidori
Dejando atrás esa obra de 1897 es interesante retroceder a 1916, un año singular porque fue conocido como el año sin verano. También porque surgió de las tinieblas otra criatura que ha permanecido en el imaginario popular: el Frankenstein de Mary Wollstonecraft Godwin o Mary Shelley. Ese verano se juntaron en Villa Diodati, una mansión cerca de Ginebra, otros intelectuales como Lord Byron, Percy Shelley y John Polidori, médico personal de Byron a quien usó de referencia para escribir, un 17 de junio de aburrimiento, El vampiro. La criatura del chupasangre humana no era nueva, pero la dotó de unos rasgos que se han mantenido hasta hoy: elegancia, saber estar, un alto nivel cultural y capacidad para desenvolverse con facilidad por las altas esferas.
Aubrey, un joven inglés, conoce a Lord Ruthven, un hombre de origen misterioso que ha entrado en la alta sociedad londinense. Le acompaña a Roma, pero en cierto momento la actitud de Lord Ruthven le causa rechazo y decide viajar a Grecia, donde se enamora de una joven de condición muy inferior a la suya. Ruthven aparece allí también y poco después su amada es asesinada por un vampiro. Aubrey no conecta a Ruthven con el asesinato y se vuelve a reunir con él en sus viajes. El dúo es atacado por bandidos y Ruthven es herido de muerte. Antes de morir, Ruthven hace que Aubrey jure que no va a hablar de su muerte ni cualquier otra cosa relacionada con él por un año y un día. Y de esa circunstancia se aprovechará para sacar partido del silencio de su amigo.
El texto de El vampiro no es en extremo lúcido y a día de hoy, curiosamente, nos resultaría arquetípico —cuando en realidad ha sucedido lo contrario; lo hemos copiado a él—, pero aún así transmite con interés la fuerza que tiene el hecho de que la gente común no crea en los vampiros y cómo las fuerzas del mal se aprovechan de nuestra negación para acometer las más terribles acciones.
Respecto a la edición de Austral, mi mayor crítica es que el nombre del traductor o traductora no aparece por ningún lado. Tampoco en su página web. Un error que deberían subsanar.
- Título: El vampiro
- Autor: John Polidori
- Editorial: Austral. Colección esenciales (más información del libro aquí)
- 96 páginas. 3,95 Euros (formato papel); 2,95 euros (formato electrónico)
Vampiros españoles: Olalla, de Stevenson
La fascinación que siento por Carmilla es aún mayor que la siento por Drácula. Ella, la vampira. Rodeada de niebla, de misterio, de una atmósfera sobrecogedora. Por eso le dediqué un larguísimo artículo hace ya un par de años. Pero ella no es la única vampira literaria.
Viajando de la Estigia austriaca a España podemos encontrar otra pieza del imaginario vampírico. Si no a España, al menos a un lugar que Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850 – Samoa, 1894) identificó como España y que, si nos fijamos en el título del libro que comparte nombre con su protagonista femenina, Olalla, escrito con “LL”, tal vez pudiera ser Galicia. Lo cierto es que las descripciones del paisaje tienen más que ver con las tierras altas escocesas que con la aridez castellana. Podemos hacer por esta vez cierta suspensión de la credibilidad.
Siguiendo las recomendaciones médicas, un oficial escocés herido en combate y que necesitará un largo periodo de convalecencia accede a convertirse en el huésped de una familia que vive en un gran caserón fortificado en un remoto rincón de España. Según le han dicho, en la casa, muy deteriorada por el tiempo, solo vive una madre con sus dos hijos: Felipe, un joven de pocas luces, y Olalla, de la que apenas se sabe nada. Ellos son los últimos supervivientes de esta estirpe venida a menos, víctima de los excesos y la endogamia. Pero antes de entrar en la fortificación, el oficial tendrá que aceptar una condición previa: deberá renunciar a mantener cualquier tipo de relación con la familia.
Olalla es un texto muy breve, de apenas un puñado de páginas con una narrativa muy descriptiva salvo por el tramo final, como acostumbran muchas de estas historias de fantasmas o ejercicios de lo sobrenatural. Es, además, un texto más de insinuar que de mostrar. Nunca se hablará abiertamente de la existencia de un vampiro y tal vez sea mas una suposición en la mente del lector que la realidad con la que juega Stevenson. Hay en Olalla mucho con ese binomio fantasía-realidad que tanto fascina por lo que tiene de seguir y descubrir las pistas tras las palabras ¿Qué mal acecha en realidad a esta familia? ¿Es una maldición? ¿Una alteración genética?
Puede que estemos más ante una historia de licantropía que de vampirismo visto cómo se desarrolla la acción. En todo caso, la mujer que da título a este relato largo de 1885 tiene tanta presencia, tanta capacidad de atracción que bien podría reunir en su persona todas las características de una gran vampiresa. En todo caso, no podemos tampoco dejar de lado que los textos fantásticos acostumbran a encubrir las preocupaciones de una época, y el clasismo imperante en la sociedad parece ser el foco de Stevenson que denuncia con dureza la endogámica lucha por mantener el poder que conduce a la mayor decadencia.
- Título: Olalla
- Autor: Robert louis Stevenson. Traducción de Isabel Llasat.
- Editorial: Ediciones Invisibles. Colección Pequeños Placeres. (más información del libro aquí y puedes leer un fragmento aquí)
- 96 páginas. 13,00 Euros (formato papel).
Vampiros reales o falsos asesinos en serie
¿Hay vampiros reales? Quien piensa en ello no puede dejar de acordarse de La condesa sangrienta, la húngara Erzsébet Báthory. La mujer que, entre finales del siglo dieciséis y principios del diecisiete, mandó torturar y matar a cerca de seiscientas cincuenta jóvenes de clase baja para satisfacer su necesidad de sangre. ¿Qué nos lleva a, no ya investigar y escribir, sino leer sobre una psicópata de semejante calibre, porque no podemos darle otra acepción? Valentine Penrose acometió ese trabajo en una suerte de ensayo ficcionado que Wunderkamer nos ha ofrecido en bandeja para nuestro deleite.
La condesa sangrienta tiene ese aura mezcla de goticismo y romanticismo que asociamos tal vez al género vampírico y a obras como Drácula o Carmilla. Es un relato de deseos primigenios: belleza, salud, vida eterna, en un ambiente en que los pocos afortunados que ostentan el poder no se limitan por la moralidad ni por una concepción del bien y el mal que consideran no va con ellos.
También en esta categoría podría entrar la novela Malasangre de Michelle Rodríguez Roche, donde el vampiro se oculta tras la justificación médica de la hematofagia.
El vampiro más castizo: las Nocturnas de Pedraza
Pero, para recordarnos que los vampiros no son cosa del pasado sino que siguen vigentes en nuestro imaginario, no tenemos más que asomarnos a una colección de relatos de recién edición a cargo de una las más grandes escritoras patrias del fantástico: Nocturnas, de Pilar Pedraza. Editado por Valdemar, editorial dedicada a la difusión de la cultura popular, especialmente literatura fantástica y de terror, novela negra, aventuras y grandes clásicos, Nocturnas es un texto que abarca el vampirismo femenino desde todos los ángulos imaginarios.
La toledana Pila Pedraza es doctora en Historia y en su trayectoria combina obras de ficción de calado gótico y fantástico, con elementos sobrenaturales, con ensayos sobre y arte y cine, prestando mucha atención a su vertiente más misógina. Ambas facetas se unen demostrando por su parte una formación básica y un conocimiento impresionante de la cultura clásica que usa a su favor para crear historias que beben de nuestro imaginario o trabajos como este del que ya hablé hace un tiempo.
Como ejemplo de ese imaginario, los primeros tres relatos de Nocturnas, basados en comunidades gitanas donde los dhampiros, hijos de vampiros y humanos, tienen la necesidad de acabar con los mullís o vampiros calés. «Nocturnas. Historias vampíricas» reúne quince relatos que nos enfrentan a la tragedia y la fatalidad que arrastran los no muertos marcados por su penosa condición.
Protagonizadas todas ellas por mujeres «nocturnas», estas historias proponen diferentes interpretaciones del vampirismo. En cualquier caso no son cantos de lamento: los vampiros asumen su esencia y la hacen real en un mundo donde la mayoría no somos capaces de percibir estas extrañas criaturas que tal vez siguen habitando a nuestro alrededor, si bien siempre hay ciertas almas dotadas de una sensibilidad latente, mística y antigua, que ven a esas figuras que Pedraza describe más como pequeñas ninfas de dientes afilados que como agresivos chupasangres.
Tal vez el único relato que hubiera dejado fuera de la antología sería el último, situado en una Barcelona confinada. Aún es pronto para analizar cómo los escritores —y la cultura en general– canalizarán los recientes acontecimientos a través de sus escritos, más allá de los diarios ya publicados. En todo caso me resultan extrañas las mascarillas fuera de un entorno estéril de laboratorio o de una cultura como la nipona donde ya estaban incorporadas hace años.
- Título: Nocturnas. Historias vampíricas
- Autor: Pilar Pedraza
- Editorial: Valdemar. colección El club Diógenes. (más información del libro aquí)
- 336 páginas. 13,50 Euros (formato papel).