Creo que he comentado en alguna ocasión que no envidio las largas jornadas de entrevistas que pasan los escritores cuando están de promoción con sus nuevos libros. Al igual que no envidio esos vídeos en los que actores y actrices pasan el día en una habitación de hotel mientras un periodista tras otro entra y sale. Si añado a eso que Bilbao no es, por lo normal, ni la primera ni la segunda ciudad que pisan, la cuestión se complica.
¿Qué se puede preguntar cuando ya se ha preguntado todo? María Oruña lleva desde finales de agosto promocionando El bosque de los cuatro vientos, una novela que se aleja (momentáneamente) de la trilogía de El puerto escondido para llevarnos a Galicia en 1830 en una historia que no trataría de histórica aunque esté documentada para ello.
A caballo entre el siglo XIX y el momento actual, Oruña nos trae dos historias que se entrelazan y con las que descubrimos un pasado que se refleja en las paredes de un monasterio reconstruido en hotel, un pedazo de historia fagocitada por la economía que aún conserva parte de misterio y parte de leyenda.

El bosque de los cuatro vientos es una apuesta diferente
El bosque de los cuatro vientos se publicó en un momento atípico propiciado por el confinamiento. Agosto solía ser un mes inhábil en lo que a editoriales se refiere, pero algunos grupos han optado por arrancar la campaña a partir de la tercera o cuarta semana. Sin embargo, me llega la noticia de que el libro está funcionando en las librerías.
Estoy contenta porque es una apuesta diferente, es una novela más histórica que no pertenece a la saga de los libros del Puerto escondido y la gente ha confiado y se ha tirado de cabeza. No sé si había muchas ganas de novedades, pero en un mes hemos alcanzado tres ediciones. La verdad es que estoy contenta.
La acción se ha desplazado en el tiempo, pero también en el espacio. Abandonas, entre comillas, Cantabria, para adentrarte en tu tierra natal.
Esto se publicó en el Diario Montañés con el titular “María Urueña abandona Cantabria”. No es así. El año que viene volveré con otra novela de Valentina con otro misterio. Imagino que, simplemente, cada historia tiene su momento. Llevaba mucho tiempo dentro de mí esta leyenda de los nueve anillos y las ganas de investigarla para escribirla. A lo mejor era un poco arriesgado porque la saga iba bien y por qué irse a otra cosa en este momento, pero me he guiado por un pálpito.
En el bosque de los cuatro vientos hay algo que está muy presente: una cierta defensa del patrimonio, de lo nuestro, de lo bueno que tenemos y que parece que se está perdiendo un poco en el recuerdo.
Sin perjuicio de que sea una novela en la que hay amor, aventuras, acción, intriga, etc., también defiendo que si tenemos el patrimonio material podemos lograr que perviva en cierto modo lo inmaterial, porque son esas historias que cuentan las cosas, la memoria que aportan las cosas, las que después nos suenan alrededor del fuego, las anécdotas que luego nos unen, nos conforman como una comunidad o una conciencia en común. Eso es lo que defiendo, que a lo mejor hay historias que deben irse con el viento, pero también hay otras que debemos agarrar y mantener.
El libro tiene un trabajo de documentación que supongo habrá sido extenso, en el apartado de agradecimientos también mencionas a un nutrido grupo de especialistas. No puedo calcular cuánto tiempo le has dedicado al trabajo de investigación.
La investigación y la escritura han llevado unos dos años, aunque yo había dedicado a investigar sobre el tema bastante de mi tiempo libre. Hace años que de vez en cuando buscaba en alguna biblioteca, investigaba la leyenda de los nueve anillos… La historia iba anidando en mí, pero lo que es investigar de forma profesional y seria para dar forma a El bosque de los cuatro vientos, unos dos años.
En la novela ofreces una visión muy positiva tal vez no de la Iglesia en general, aunque tampoco sale mal parada, sino en especial de algunos de sus miembros que tienen un papel protagonista en la historia, como es el caso de los dos boticarios.
Esa defensa la centro solo en el tema de alquimia y boticas. La iglesia la ha liado, y muy bien, a lo largo de la historia. De hecho, en El bosque de los cuatro vientos se ve como una institución de gran poder y en realidad se está comparando ese poder con el de un cacique. Es un poder caciquil que ha pervivido durante muchísimos años.
Mi enfoque no estaba en cuestionar o juzgar qué estaba bien o mal —incluso se nombra la casa de audiencias como casa de la Inquisición—. Es una etapa de lo más oscuro en nuestra historia y ahí estaba la Iglesia, pero no todos sus miembros tenían por que ser oscuros. De hecho, se ve cómo distintos monjes piensan de maneras diferentes, cómo se meten entre ellos. Yo estaba incluso dudando cuando le ofrecí al archivero leer la novela porque no todo se enfoca de manera positiva. Pero bueno, de momento parece que todos están contentos.
Comentas que has conocido el monasterio en su etapa actual, no sé si por casualidad, de vacaciones…
Fui un fin de semana con dos amigas en el año 1996. Era magnífico, mágico pero decadente y esa impresión se me quedó grabada. Luego supe de la leyenda de los nueve anillos y el espacio me llamaba como un imán, me acercaba de vez en cuando para ir arrancando pedacitos de su historia.
El personaje de Marina tiene un carácter que defendería como atípico para esa época, belicoso incluso. ¿Cómo llegaste a ella, cómo la veías en tu mente?
Es atípica en el sentido de que rompe la pauta establecida para ella. Pero no la rompe de manera radical, no consigue grandes logros ni rompe con grandes tabúes. A ella simplemente le llega un momento en que las normas que tiene que acatar son tan constrictivas que le es imposible seguirlas. Yo tenía que enfocarla como una hija de su tiempo porque es mansa. Si su padre le dice “Escucha y calla”, ella calla. Si le dice que no puede estudiar, ya no estudia. Incluso cuando ella se plantea escribir un libro de remedios que aúne la cultura médica con la monacal ni siquiera le entra en la cabeza que aparezca su nombre como autora del libro porque no es parte en su mundo. Me esforcé para que no pareciera una mujer moderna disfrazada de alguien del siglo XIX.
Entonces no consideras que es una heroína feminista de la época.
No, pero sí creo que abrió el camino para las grandes heroínas que luego sí salen en los libros de historia. Y estas personas también merecen un homenaje, aquellas que, sin hacer leyenda, sin salir en los libros de historia sí abrieron el camino para las demás.
La novela es un trasladarnos a una época y a unas costumbres que nos empiezan a quedar muy olvidadas y gracias a estos, no diría flashbacks, porque realmente son dos historias en dos tiempos diferentes, aunque estén unidas, consigues trasladarnos con mucho acierto a esa época.
No se trata de que cualquier tiempo pasado sea mejor. No, no siempre es todo maravilloso. De hecho, los vientos que azotan en este momento de la trama situada en 1830 son bestiales. A los pobres les pasa de todo, Fernando VII es un rey horrible, la medicina solamente es accesible para los ricos, el gobierno se encuentra sin dinero porque las colonias se independizan, tienen lugar las guerras de la independencia, el cólera… Sin embargo, en la voz del presente los vientos son más amables y, aunque no nos demos cuenta, somos muy afortunados, está todo más domesticado. Me enfoco más en ver las renuncias que han buscado o tenido que soportar cada uno de los personajes para convertirse en lo que son ahora.
¿Cómo diste con Arthur Brand, ese “Indiana Jones” holandés en quien se inspira tu protagonista?
Porque soy muy inquieta. Siempre estoy buscando “cosas raras”, los típicos reportajes históricos, soy lectora asidua de ensayos, de libros curiosos… Muchas veces se quedan en nada, los olvido, pero otras veces me encuentro personas como Arthur Brand a quien hace ya años que estaba siguiendo. Lo tenía ahí guardado como un punto interesante para hacer un personaje con él. En realidad, el verdadero Arthur Brand es mucho más extravagante. Algunos de los logros que se le atribuyen en la novela son de él, pero ha conseguido otros extraordinarios, en Holanda le han hecho hasta un cómic, tiene una serie… Es increíble y por eso no me sorprende que algún lector diga que no existen los detectives de arte. Existen y son mucho más potentes de lo que reflejo.
Yo entiendo a ese lector porque sorprende un poco, se ve un poco fantasiosa esa profesión. No sé si habéis puesto en conocimiento bien tú o a través de la editorial la existencia de este libro con un personaje basado en él.
Me escribió Arthur Brand a mí y le pregunté si no le importaba que lo hubiera usado como inspiración para un personaje, aunque no había usado su nombre. Estaba encantado, le mandé un ejemplar del libro y se hizo una foto con él.
Después del paréntesis que ha supuesto El bosque de los cuatro vientos, vuelves a Cantabria.
Sí, el año que viene vuelve Valentina. Estoy contenta porque es un misterio como muy loco. Creo que la gente ya supone cómo va a seguir la historia y no, he decidido que vamos a darle un giro.
El libro salió a la venta en una fecha, el 25 de agosto, que no es habitual en los calendarios editoriales. Es un mes que se considera “muerto” para los avances.
Muerto para todo. Para prensa, para publicar libros, para salir… El libro iba a salir el 28 de abril pero con la situación de incertidumbre se decidió posponerlo a finales de agosto, una fecha que en principio se consideraba ridícula pero sin saber si finalmente se podría editar en esos días.