Esta semana te voy a pedir que, antes de leer la reseña, veas el vídeo que te adjunto. En serio. Ya sé que dura unos trece minutos, pero merece la pena y vas a entender mejor la reseña de El arte de pedir:
Es esta la cuarta biografía que leo en mi particular reto de 2016, la segunda de un artista cuyo campo principal de acción no es la escritura, pero que se ha decantado por escribir para contar su historia de forma sesgada. Era el caso de James Rhodes cuando nos decía que la música le salvó la vida en Instrumental, y es el caso de Amanda Palmer cuando explica cómo se enfrenta a la difícil tarea de ganarse la vida a través de la música y la creación artística en El arte de pedir.
Hay que decir que Amanda Palmer no es demasiado conocida en nuestro país. O tal vez sí lo es, pero por las razones equivocadas, ya que se enamoró y se casó con el escritor británico Neil Gaiman (En el blog reseñe en 2015 El océano al final del camino y también el maravilloso y muy recomendable discurso Errores infalibles para (y por) el arte), archiconocido en todo el mundo, algo que le ha costado a la artista no pocos disgustos —y un buen montón de alegrías—, a tenor de lo que cuenta en el libro.
Amanda Palmer (Nueva York, 1976) es una cantante, compositora e intérprete musical que se hizo conocida siendo vocalista y pianista del grupo The Dresden Dolls, con un estilo que cataloga como «Cabaret Punk Brechtiano».
Amanda Palmer es, además, la primera artista musical que ha superado el millón de dólares recaudados en una campaña de Kickstarter, una plataforma de crowdfunding, mediante la que financió la grabación, distribución y posterior gira de conciertos de su segundo disco Theatre is evil. No sólo eso, sino que desde entonces todo su trabajo está financiado por sus seguidores, su tribu o su comunidad virtual, al margen de la arcaica y predecible industria discográfica, y no parece que le vaya especialmente mal.
Amanda Palmer es también La novia, una estatua viviente de dos metros de altura, un medio un tanto especial con el que se ganó la vida durante cinco años enfundada en un traje blanco, con la cara pintada y subida a una caja, desde la que ofrecía flores a los viandantes que le dejaban una moneda.
Amanda Palmer es conocida por el dominio que tiene en la gestión de redes sociales y el uso que le sabe sacar generando afinidad con sus seguidores.
Amanda Palmer es practicante del coachsurfing y crowdsurfing.
Amanda Palmer es la mujer de Neil Gaiman, algo que forma parte de quien es y que no se puede dejar al margen de su historia, porque le afecta en un plano personal y profesional.
Todo esto es importante, porque para comprender qué es El arte de pedir, hace falta entender quién está detrás del libro. El arte de pedir no es una biografía al uso, ni tampoco, como temí en un principio antes de decidirme a leerlo, un libro de autoayuda. Se mueve más en el terreno de un libro de gestión de proyectos, aunque de una forma cálida y cercana.
Esta obra es, sobre todo, la historia de la conexión entre personas. Amanda Palmer podría dar clases a mucha gente sobre las bondades de las redes sociales y cómo un uso humanizado de las mismas puede llevar al éxito. Amanda creó, poco a poco, día a día, una red de gente interesada en su trabajo, en su persona, una red a la que ayudaba siempre que le era posible (a veces un simple retuit puede ser todo lo necesario para conectar a dos personas que se necesitan) y en la que se apoyaba cuando necesitaba algo. ¿Alguien sabe dónde puedo encontrar un nebulizador para el asma?, preguntó una vez desde una cafetería en una ciudad de Australia. Y a los veinte minutos apareció una enfermera por la puerta de ese mismo local después de haber visto su mensaje en Twitter. La idea esencial que esconde el libro es que a veces no conseguimos lo que necesitamos porque no lo pedimos, porque sentimos miedo o vergüenza, porque no queremos mostrarnos débiles o vulnerables.
Pero es, además, una obra centrada en la industria creativa y artística y en sus posibilidades de financiación. The dresden dolls publicó su primer disco bajo la protección de un sello tradicional y se encontraron con que nadie entendía la necesidad de las redes sociales, nadie veía más que números y estadísticas de retorno de inversión. Una industria aferrada a los modelos tradicionales con la venda puesta (no muy distinto de lo que mencionaba Rhodes o de lo que se ve en muchas editoriales). Frente a eso, Palmer cuenta su experiencia: dar el salto, vencer el miedo y pedir que la gente que te apoya, a la que le gusta tu música, pague por ella, no ya por el producto en sí, sino por el trabajo que cuesta sacarlo adelante. Algo que, hoy en día, sigue estando mal visto porque, ¿cúantas campañas de crowdfunding fracasan porque el creador pide que, además del disco o el libro de rigor, le financien las horas que va a costar escribir o grabar ese material? Amanda saltó al vacío y su público le tendió una red de seguridad. Sus primeras experiencias fueron con Kickstarter, aunque ahora tiene un perfil en Pantreon.
Está claro que su modelo no es extrapolable en general a España, un país donde no existe esa cultura de pagar por contenido (aunque se van extendiendo opciones como Spotify, Filmin o Netflix, aún estamos muy lejos de las cifras estadounidenses). Pero el objetivo de Palmer no es decir cómo hay que ganarse la vida en la industria creativa, sino explicar que el simple hecho de pedir dando algo a cambio (en el caso de La novia un contacto humano sincero, como ella misma explica), no es algo por lo que avergonzarse y puede suponer la diferencia entre conseguir un objetivo o no.
El estilo del libro es caótico, hay cierta estructura lineal pero no faltan saltos hacia delante o detrás que rompen la secuencia y, no nos vamos a engañar, no es una narradora brillante desde un punto de vista estilístico. Tratando las cuestiones expuestas, se intercalan multitud de anécdotas, todas de carácter muy personal, en especial las referentes a su marido. Pero es ese carácter tan sincero y abierto el que hace de la obra algo interesante, si bien se intuye que ha querido darle un excesivo tono positivo al conjunto, obviando las muchas experiencias nefastas que ha debido sufrir, de las que sólo muestra un par de pinceladas.
El arte de pedir es, ni más ni menos, una extensión de la charla TED que os he puesto al principio, una reflexión sobre lo que podemos ofrecer a los demás y lo que podemos esperar de ellos y un interesante estudio de lo que está por venir en el mercado artístico en materia de financiación. Un libro que recomiendo a todos los que hayan optado por desarrollar una vena creativa y que no creo que os vaya a dejar indiferentes.
He marcado en esta ocasión multitud de párrafos, algunos de los cuales podéis leer aquí.
- Título: El arte de pedir. Lo que he aprendido sobre dar, aceptar y no sufrir.
- Autor: Amanda Palmer (traducción de Guillem Usandizaga)
- Editorial: Turner (podéis encontrar algo más de información aquí y leer un extracto del libro aquí)
- 364 páginas. 24 Euros (Edicion en papel).
- Puedes comprarlo aquí:
¿Has leído este libro? ¿Conocías a Amanda Palmer y su teoría sobre compartir el arte? Tienes los comentarios abiertos para cualquier tema que te interese.
Por cierto, en mi próxima entrada de la sección Aprende a escribir hablaré de uno de los conceptos más interesantes del libro, el de la Polícia Antifraude. Si no quieres pasarlo por alto (te lo recomiendo mucho), suscríbete aquí al blog y así no tendrás que preocuparte.