—¿Tú de qué vas? ¿De listillo? Más te vale que no. Sabes dónde está, dímelo.
—No tengo ni idea de lo que me hablas.
—NO-ME-MIENTAS. Ni se te ocurra mentirme. ¿Te crees que no sé que lo has escondido?
—¿Escondido? ¿Qué es lo que he escondido? Yo no he escondido nada.
—¿De verdad? Pues yo creo que sí. Además, te he visto con él en la mano. Ayer por la tarde. Y hoy, mira qué casualidad, no consigo encontrarlo. A mí me parece sospechoso. ¿A ti eso no te parece sospechoso?
— Me viste con eso en la mano porque lo recogí del suelo, lista. Se había caído de la estantería. Si no dejaras tu mierda por todas partes y recogieses de vez en cuando como te ordenan, no perderías tantas cosas. Además, ¿Para qué iba yo a quererlo? Te crees muy interesante con tus secretitos y tus mierdas. ¿Te crees que consigues engañarnos? Nos las sabemos todas, como que aprovechas siempre que puedes para morrearte con el vecino de arriba o que te subes la falda en cuanto sales por la puerta. Eres una guarra.
—¡Y tú un cerdo asqueroso y un cotilla de mierda! No me extraña que te dediques a espiarme, con la mierda de vida aburrida que tienes. Todo el día pegado al ordenador. ¡Si ni siquiera tienes amigos para salir por ahí! ¿Ya saben tus compañeros la cara de imbécil que tienes o ni te han visto en la calle?
—Pues ya ves, prefiero quedarme aquí a que me llamen puta cada vez que salgo, como a ti.
—Como si me importara una mierda. Al menos a mí me llaman algo. A ti ni eso. Y, ahora, dámelo.
—¿El qué?
—Mira, capullo. Me estás empezando a aburrir. O me lo das, o te vas a enterar.
—¡Uy, qué miedo! ¡Se está enfadando! ¿Te crees que me importa? ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar? No me lo creo. Eres una debilucha y no tienes huevos.
—Puedo hacer que tu vida sea un infierno, enano de mierda. ¿Te crees que siempre van a estar protegiéndote? Puedo darte de hostias cuando quiera y nadie se va a enterar.
—¡Estoy temblando! ¡Estoy temblando! Mira cómo tiemblo. Espera, que voy a esconderme debajo de la cama…
—Te crees muy gracioso. Vale, tú te la has buscado. De ésta te acuerdas…
—¡Eh! ¡No toques eso! ¡Déjalo donde estaba ahora mismo!
—¿El qué? ¿Esta porquería? A ver qué pone… “Primer puesto del torneo de Hacking ético. ¡Vaya! ¡Si resulta que eres súper importante porque tienes un trozo de plástico pintado de dorado! Pues que sepas que a Don Importante se le va a caer su premio de pacotilla por la ventana como no me devuelva lo que es mío.
—No te atreverás.
—Vale, pues devuélvemelo.
—No lo tengo.
—Está bien, tú lo has querido…
– ¡MAMÁ! ¡Marta ha tirado mi trofeo por la ventana!
– ¡Porque Roberto me ha escondido mi diario y no me lo quiere devolver!
2 comentarios en “Y así viven el día a día”
Pri.
(Hay un errorcillo sin importancia: Me viste con eso en la mano porque por recogí del suelo, lista.)
Un abrazo, maestra.
Sin importancia, sin importancia… ya está corregido. Gracias por el aviso. Y qué alegría volver a saber de ti, Alex.
Un abrazo 😀