Boomerang (V)

Capítulo 5.- La conexión

¿Qué es esto? Si no tenía cobertura… ¡Anda! Ahora tengo una raya. Estos móviles, que son una porquería. O a lo mejor es la compañía telefónica la que es una mierda, o ambos. Veamos… wass por aquí, wass por allá, no sé, parezco imprescindible. ¿Alberto? En qué hora se me ocurrió darle mi móvil a este idiota… a ver qué quiere.

Dnd stas?
No te lo vas a creer. Atrapada n l ascensor, entre la 4 y la 5
No jodas!
Pasa algo?
T ha llamado un tal Ricardo, q tnia una entrevista a las 10

¡Mierda! Ya sabía yo que hoy tenía algo que hacer. ¿Ricardo? ¿Ricardo? Pues no sé, no me suena. ¡Ah, sí! El estirado. Por Dios, qué pereza. Claro que, en la empresa para la que le voy a entrevistar, encaja como un guante. Una panda de sabidillos venidos a menos con la compañía a punto de quebrar y que creen que contratando a un ingeniero con máster van a salvarse. Pues lo llevan claro, eso no hay quien lo reflote, pero claro, a mí no me pagan para opinar, sino para buscar al primo perfecto, y este es lo mejor de lo mejor.

Tienes xa mucho? Le he dixo q stabas al llegar…
Pues no sé, depnde dl servicio tcnico, spero q como muxo, 1 h.
Si quieres, mncargo yo…

¡Vaya! Pues sí que ha tardado mucho el chaval. Si es que este Alberto no pierde una, no, para dejarme a la altura de barro. Como si no tuviera bastante con esquivar a la secretaria del jefe, ahora aparece el becario para intentar quitarme el puesto. Así da gusto venir a trabajar por las mañanas. Si llego a saber que me iba a quedar encerrada en el ascensor, no salgo de la cama.

No, tranquilo. No stas al tanto dl xpdiente. Si llega ants q yo, q mspere
No se, no qdaremos un poco mal?

Sí por favor, preocupémonos por el buen nombre de la empresa, que así seguro que nos hacen fijos. No es más pelota porque no puede. Seguro que llega a su casa todas las noches y prepara una lista de piropos para la secretaria, el jefe y hasta la de la limpieza. Si es que es el rey de lo empalagoso. A ver, no entres al trapo que aquí lo mejor es atacar sin piedad.

Q tal ayer con Ane? Como akbo la cosa?

Ahí, ahí, donde le duele. Que ya sé yo que Ane le mandó a hacer puñetas a la hora.

Bueno, regular. No sé, a lo mejor no stamos exos el uno xa el otro.

Tú no estás hecho para nadie. Ni en mis peores pesadillas querría ver a Ane, que es un cielo de persona, con un tío como tú. Que lo sepas. No entiendo por qué accedió a tomar un café contigo. No esperó ni a llegar a casa para llamarme. ¿Qué es lo que le había dicho?

Bueno, t djo q tngo q trabajar. Si necesitas algo, nos dics, y bajamos

Antes me muero de hambre metida en este agujero.

Claro, tranquilos. Seguro q me sakn enseguida

¿Cómo era? “Me gustaría ser la seda de tu camisa para poder estrechar tus senos”. Así, en la primera cita. Y Ane ni le pegó ni nada, qué autocontrol tiene la mujer. Si llega a decírmelo a mí, no llega de una pieza a su casa. Este tío debe ser fan de Amanda Quick, o de Loretta Chase, como poco. “Y el roce del dorso de su viril mano en su mejilla provocó que su corazón se acelerara, y una gota de sudor se deslizó recorriendo su cuello, hasta el surco de sus senos…”. Senos. Sí, en serio, senos. Porque en la novela erótica, las mujeres no tenemos tetas, que eso suena basto. Tenemos senos. A mi lo de senos me suena más bien a medicina, pero no vamos a quitarle la ilusión a toda esa salva de descerebradas deseosas de caer en brazos de un hombre con semejante dominio de la lengua. Yo prefiero uno que sepa desollar un ciervo en el invierno nuclear. Debo de ser un poco rara… ¿Y el hombre este? ¿Dónde está que no me llama? A ver si se ha roto una cadera… que la gente mayor ya se sabe, se les rompen los huesos con una facilidad asombrosa.

—¡Oiga! ¿Hay alguien ahí?

—¡Hola! Soy Manolo, el técnico. No se preocupe, que en un periquete la sacamos de ahí. ¿Se encuentra bien?

—¡De puta madre! Justo esta mañana he pensado: hoy me apetece pasarme el día en el ascensor.

—Bueno, bueno, no se mosquee, ¿eh? Que llevamos una jornada desastrosa.

—Y peor se va a poner cuando me saquen de aquí y descubramos que había pis de perro.

—¿Perdone? Oiga señor, saque la cabeza de una vez del cuadro eléctrico, que nosotros solos nos bastamos.

Episodios anteriores:

  1. La chica del ascensor
  2. El jubilado
  3. El técnico de ascensores
  4. El candidato
Fotografía: Microsiervos Geek Crew (flickr con licencia Creative Commons BY-2.0)

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