Hace unos meses, unos amigos se fueron de viaje a Cracovia y nos encargamos de cuidar de Riuk, su erizo —una preciosidad, os lo aseguro: no tiene nada que envidiar a nuestras gatas—. A modo de compensación, me trajeron uno de los libros más extraños que fueron capaces de encontrar: Carnet de Janusz Korczak.
Carnet es una obra extraña, que se aleja de la biografía al uso para aproximarse más al concepto de cuaderno ilustrado. Entremezcladas entre páginas en blanco, el lector encuentra fotografías de Korczak y extractos, traducidos al francés, de algunas de sus obras pedagógicas. El libro/cuaderno ha sido editado por la Librería Austeria, un espacio cuando menos peculiar. Situado en el barrio judío de la ciudad, su aspecto recuerda a otros tiempos. Su hall acoge diferentes exposiciones, a menudo gratuitas, relacionadas con el arte y la historia, y en su interior, bajo un techo abovedado, se acumulan los libros en viejas estanterías, en mesas de madera o incluso en el suelo, sobre la alfombra. Aunque la mayoría son polacos, también se pueden encontrar guías, cuadernos, álbumes o mapas, muchos de ellos de temática judía.



La lectura de estos breves fragmentos, seleccionados y traducidos por Sofia Bobowicz, acompañados de las fotografías seleccionadas por Marta Ciesielska, llevan a cualquier lector a interesarse por una figura, a priori, desconocida —de hecho, Cracovia le rinde homenaje en cada esquina y, por extensión, en toda Polonia es conocido este pedagogo judío. Pero fuera de sus fronteras, parece una figura olvidada. Tal vez eso haga de Carnet de Janusz Korczak una obra que me ha interesado investigar con un poco más de profundidad.

La obra ha sido editada en colaboración con Korczakianum, un laboratorio de investigación cuya sede se sitúa en el orfanato que gestionaba Janusz Korczak y cuyo objetivo es investigar y dar a conocer todos los materiales disponibles que documenten la vida de este hombre.

La vida de Janusz Korczak
La historia de Janusz Korczak es, lamentablemente, digna de una película. Su verdadero nombre era Henryk Goldszmit. Nació en Varsovia, en 1878, hijo de un abogado. Su familia, bien integrada en la sociedadeuropea, era de naturaleza acomodada e intelectual, lo que facilitó su afición a la lectura —“caí en la locura, en una furia lectora. El mundo dejó de existir para mí, sólo existían los libros”— y le permitió cultivarse. Su padre acabó ingresado en un psiquiátrico con síntomas de demencia (moriría en 1896), lo que obligó a Korczak a trabajar desde los diecisiete años dando clases particulares para ayudar a su familia, algo que retrasó su ingreso en la Facultad de medicina hasta 1898, con veinte años. Durante la época universitaria, entró en contacto con barrios de extrema pobreza y con la vida proletaria, además de ingresar en la Logia másonica y en la Federación Internacional Le Droit Humain, fundada con el objetivo de “conseguir la conciliación de toda la humanidad por encima de las barreras religiosas y buscar la verdad manteniendo siempre el respeto entre los hombres”
Entre los años 1905 a 1912 trabajó como pediatra en el Hospital Infantil “Bersonów i Baumanów”, ejerciendo su profesión a cambio de alojamiento, de forma abnegada y aceptando gratificaciones simbólicas de la población más pobre e incluso ofreciéndose a pagarles las medicinas, mientras que de los pacientes más ricos exigía pagos más altos.
Su interés por la pedagogía venía de siempre, y en el hospital tuvo la oportunidad de poner en práctica sus conocimientos y principios. A partir de la segunda década del siglo veinte dejó su trabajo como médico y se dedicó en exclusiva a fundar y mantener un orfanato con Stefania Wilczyńska, profesora y educadora judía, su mayor proyecto a lo largo de su vida.
Su visión de la pedagogía se basaba, sobre todo, en el diálogo con los niños. Organizó su orfanato como si de una república se tratara, con una fuerte participación de los niños en asambleas genérales, sistemas de recompensas y castigos, tribunales e incluso un periódico, con el objetivo de inculcar en los pequeños un fuerte sentimiento de respeto entre sí y hacia la democracia y la participación.
Su obra profusa obra literaria, compuesta sobre todo por ensayos pedagógicos y libros infantiles, incluyó entre otras las obras “Los Niños De Las Calles” (1901), “Niños En El Cuarto De Dibujo” (1906), “Si Yo Volviera A Ser Niño” (1925), o los importantes ensayos “Momentos Educativos” (1919), “Cómo Hay Que Amar A Un Niño” (1919) o “El Respeto a Los Derechos Del Niño” (1929), en donde afirmaba la consideración por la personalidad propia del niño. Entre sus obras de ficción destacaron “El Rey Mateíto I” (1923) y “Kaitus El Mago” (1935).
En «El respeto a los derechos del niño» Korczak reclamaba algo que, sesenta años después, en 1989, recogería la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño: la libertad de expresión, de participación y asociación de los niños, a los que hay que tratar como iguales, como a amigos, y que deben ser amados y respetados.
Pero además, fue muy reconocido por un programa radiofónico, «Charlas del viejo doctor», en los que explicaba con claridad los derechos del niño.
Más allá de sus ideas innovadoras para la época, lo que más se recuerda de Korczak fue su muerte, guiada por sus propios principios. Durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, Korczak y «sus niños» fueron trasladados al gueto de Varsovia. En la mañana del cinco o seis de agosto de 1942 (no se conoce con exactitud la fecha, pero la última entrada de su diario data del día cuatro), los soldados de las SS y policías ucranianos y letones acometieron la «Gran acción», la primera fase del exterminio de los habitantes del gueto. Korczak podría haber obtenido, gracias a contactos influyentes, un pase para terminar en un campo de trabajo en lugar de en uno de exterminio, pero se negó a abandonar a sus más de doscientos niños y a otros empleados del orfanato.
Aquel día fueron llevados al campo de exterminio de Treblinka. Lejos de actuar con temor, Korczak encabezó una marcha, un último paseo hacia la muerte en la cámara de gas, en una fecha no fijada pero que se calcula en el verano de 1942.
En la novela ‘El pianista’ (1946) de Wladyslaw Szpilman, se cuenta cómo Korczak «les dijo a los huérfanos, sonriendo, que se preparasen para ir de excursión; cambiarían el aire opresivo de la ciudad por praderas con flores, arroyos donde bañarse y bosques con fresas y setas para comer. Les dijo que se pusieran su mejor ropa, y así vestidos salieron al patio, formaron una fila de a dos, felices y sonrientes. Al frente iba Korczak cogiendo la mano a un niño. Delante de ellos iba un oficial de las SS».
Si queréis saber más sobre su vida, os recomiendo que leáis este documento publicado por la UNESCO (Es un pdf).
Por último, os dejo el vídeo Ultimo tren a Treblinka. Una biografía para Janusz Korczak, de Diego Fidalgo, un documental que relata su historia y que esta basado en el libro «Janusz Korczak, maestro de la humanidad» escrito por Rubén Naranjo.
¿Conocíais la figura de este pedagogo judío? ¿Os ha impresionado tanto como a mí? Tenéis los comentarios a vuestra disposición.
4 comentarios en “Janusz Korczak, el pedagogo desconocido”
Muy buena información. Muchas gracias
Gracias, Maria Eugenia.
Si te interesa el autor, Seix Barral ha publicado este año una obra suya. Aún no he podido leerla, pero seguro que es muy recomendable.
Qué bien cuentas la vida de ese hombre. Me gusta la historia también, sí, aunque lo de la masonería me hace arquear las cejas y en cuanto al camino ( tan de película) a la cámara de gas. No sé, queda bonito, y sin embargo yo no soy partidario de caminar así al matadero. Quizá es lo mejor, pero no sé, lo que sí sé es que me han dado ganas de volver a visitar Varsovia.
Cierto, el final es de película. No se sabe si fue así exactamente, pero es como lo relata Wladyslaw Szpilman en su novela «El pianista», publicada en 1946. De hecho, lo que se cuenta ahí se ha tomado como fecha verídica de su muerte, de cara a poder fijar el momento en que se liberen los derechos de publicación de su obra.