Mapas mentales (I): resolver problemas de forma creativa

Hace ya un tiempo localicé en una librería de segunda mano el libro Trucos de la mente creativa (mindmapping), de Joyce Wycoff (Ediciones Martínez Roca, 1994). En los últimos meses he estado dándole vueltas a cómo trabajar mis ideas de una forma más visual, cómo enfocar las distintas vías de  trabajo en mis proyectos, abrir ramificaciones… Aunque no difiere demasiado de la gestión de proyectos, que es algo que venía haciendo desde hace mucho, sí estoy interesada en plasmarlo de una manera creativa, con dibujos, etc.

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Portada de trucos de la mente creativa (mindmapping)

Aunque el libro está un poco desfasado y, como la mayoría de libros enfocados a temáticas de gestión, la redacción no es demasiado brillante y cae en repeticiones innecesarias a lo largo del volumen, sí que lo considero una obra interesante como punto de partida: no pide ningún recurso tecnológico para poner en marcha los ejercicios propuestos, más allá de papel y lápiz, sienta las bases de obras más complicadas y explica los puntos básicos con claridad, además de aportar algún ejemplo y ejercicio.

A partir de esta obra, he querido desarrollar dos entradas para Relatos en construcción: en la de hoy trabajaré en qué son y cómo se construyen los mapas mentales; y en una próxima entrega, aplicaré estos fundamentos a las etapas iniciales de la creación literaria.

Los mapas mentales

Los mapas mentales (también llamados cartografía mental, diagramas mentales, esquemas mentales o mindmapping en inglés) fue una técnica de creatividad desarrollada por Tony Buzan en los años setenta y, con algunas modificaciones, se sigue usando hoy en día.

¿Qué es un mapa mental? Jazmín Sambrano, coautora de Los mapas mentales, agenda para el éxito, da con una definición bastante más clara que la de Buzan

Un mapa mental es una manera de generar, registrar, organizar y asociar ideas tal y como las procesa el cerebro. Básicamente se usan palabras clave e imágenes, poniendo en acción el hemisferio izquierdo y el derecho respectivamente, para dar una gran libertad y creatividad al pensamiento…»

Frente a la exposición de temas con texto, ya sea mediante párrafos, esquemas, numeraciones… los mapas mentales son una estrategia que nuestros cerebros reconocen de forma más natural, ya que accedemos a una parte más visual, además de que interpreta con facilidad estos saltos que nuestras mentes dan entre idea e idea. La mente funciona en lapsos de atención muy cortos, de apenas cinco minutos. Por eso usar mapas mentales, que se pueden construir en muy poco tiempo, aprovechan estos estallidos mentales para recopilar todas las ideas en esos lapsos.

Ventajas de los mapas mentales 

Frente a otros tipos de estrategias para el desarrollo de ideas, los mapas mentales presentan algunas ventajas: 

  1. Nos permiten gozar de una visión global de todas las cuestiones relacionadas con el problema que estamos tratando: en muy poco espacio podemos acumular una gran cantidad de información que nuestro cerebro interpreta con facilidad.
  2. Son fáciles de hacer y de recordar, y al echarles un vistazo o consultarlos pasado un tiempo, podemos refrescar con rapidez su estructura.
  3. La forma en que se plantea su diseño nos deja localizar de forma fácil y rápida las ideas más importantes y las conexiones entre ellas.
  4. Ayudan a desarrollar la creatividad, a hacer frente a la hoja en blanco y son un punto de partida para desarrollos más extensos.
  5. Aumentan la productividad: nos ayudan a organizar el trabajo desde un principio y siempre podemos volver a ellos para retomar tareas olvidadas.
  6. Diseñar mapas mentales ayuda a alcanzar un estado de concentración elevado: la sensación es similar a cuando te sumerges en un dibujo, en completar un crucigrama…
  7. Un mapa mental es tuyo y sólo tuyo: es una herramienta que está muy personalizada. No habrá dos mapas mentales iguales aunque traten del mismo tema, ya que la mente de cada persona funciona de forma diferente.
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Ejemplo de mapa mental. En este caso, se hace uso del color y cada ramificación emplea uno diferente. Fuente: Dean Meyers.

Aplicaciones de los mapas mentales

Los mapas mentales se pueden usar en casi cualquier actividad que requiera un cierto nivel de organización, pero algunas de sus aplicaciones más habituales serían:

  • Escritura: los mapas mentales son una forma de arrancar un proceso de escritura, ayudando a romper el «bloqueo del escritor» y definir el primer esquema de un texto del que nos serviremos para desarrollar luego la escritura (de esto hablaré en otra entrada).
  • Proyectos: para enfrentar cualquier proyecto, ya sea en un área personal o profesional, lo primero es descomponerlo en las tareas que lo forman, para poder ir ejecutando cada una de ellas hasta completar el todo. El mapa mental ayuda a definir esas tareas.
  • Lluvias de ideas: actividades como la tormenta de ideas o brainstorming tienen una gran relación con los mapas mentales y se pueden representar con ellos en multitud de ocasiones.
  • reuniones: ayudan a definir los puntos a tratar, la información a suministrar por cada persona que asista a la reunión… en resumen, ayudan a que las reuniones sean más productivas.
  • Listas de tareas. Si las listas convencionales no ayudan a completar las tareas, expresarlas en forma de un mapa mental  puede ayudar a darles un empujón.
  • exposiciones: para preparar una exposición oral, al igual que con un texto escrito, un mapa mental puede ayudar a fijar los puntos para prepararla o, incluso, puede presentarse a modo de diapositiva para ayudar al público a comprender las ideas expuestas y las conexiones entre ellas.
  • Anotaciones: un mapa mental es una forma de tomar notas en clase, en una charla, una exposición… para facilitar que el cerebro recuerde las principales ideas.
  • Desarrollo personal: trabajar sobre objetivos a nivel personal, mejoras, planes de formación… hay un gran número de posibilidades.

Herramientas de los mapas mentales

Aunque hay cientos de aplicaciones informáticas, para todos los sistemas operativos y para móviles, la verdad es que, como me sucede con las agendas, prefiero un método más artesano. Así que, para comenzar, os sugeriría que no uséis más que papel y lápiz/bolígrafo. En la diferente bibliografía que he ido leyendo, también se recomienda usar rotuladores o bolígrafos de colores, para diferenciar de forma visual ideas primarias o secundarias, pero recurrid a ello sólo si os sentís cómodos con el uso de colores en los textos.

Normas de creación de mapas mentales

Aunque los mapas mentales son una herramienta muy libre, sí que se hacen algunas recomendaciones sobre su uso:

  • La idea o foco central del problema que queréis tratar ha de ir en el centro de la página.
  • Hay que dejar que las ideas fluyan libremente, sin valorarlas. No hay cuestiones buenas ni malas y no será hasta una etapa posterior en la que se decida si una idea es conveniente o no.
  • Utilizar frases lo más reducidas posibles y palabras clave para expresar las ideas de cada ramificación. Si es posible usar una única palabra por idea.
  • Conectar cada idea principal al foco mediante lineas.
  • Usar colores para destacar y acentuar ideas.
  • Utilizar imágenes y símbolos que puedan ayudar a visualizar de una forma aún más sencilla el esquema global.

Cómo empezar a trabajar con mapas mentales 

Lo primero es escribir en el centro de la página el foco que va a guiar todo el trabajo de desarrollo. Este paso es fundamental porque, en función de cómo se escojan las palabras que lo van a definir, es seguro que el pensamiento irá por una vía u otra y el resultado final será diferente. Deberían ser suficientes una o dos palabras. Por eso, antes de empezar a trabajar, hay que dedicar un tiempo a reflexionar cuál es el problema real. Es posible que surjan diversas vías, en lo que se llama «pensamiento divergente», que consiste en considerar una cuestión desde facetas que pueden no estar relacionadas entre sí.

Una vez que tenemos el foco, es momento de dejar volar la mente e ir anotando todos los pensamientos que surjan y que tengan relación con él. Hay que captarlos con mucha rapidez, antes de que la mente se disperse, así que lo importante es anotar solo palabras clave, las más importantes para que, en una revisión posterior del mapa mental, podamos recordar a qué idea hace referencia esa palabra. Además, al mantener la expresión sencilla, coartará menos las ideas para las siguientes ramificaciones. 

A medida que se van añadiendo ideas, se va generando el mapa mental como si de un árbol se tratara. Si resulta más sencillo, se pueden usar símbolos como flechas ascendentes o descendentes (para indicar el aumento o disminución de algo), interrogantes (cuando no estemos seguros de una idea pero no la vayamos a valorar hasta más adelante), asteriscos (para señalar que habrá que buscar información sobre ese punto)… cualquiera de estos símbolos ayudará a mantener más claro y limpio el mapa y facilitará revisiones posteriores. 

Por cada idea que se anote, pasarán dos cosas: por un lado, la mente se «librará» de ella, dejará espacio a nuevos pensamientos sin enquistarse y, por otro, se crearán nuevas conexiones a la vista de lo que hay sobre el papel.

Para terminar, os dejo un par de ejemplos de mapas mentales:

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Mapa empleado para definir la estructura de un curso de musicología en la Universidad de Cambridge. En este caso, el tamaño del soporte ocupa casi toda la pared y las ideas se han conectado con hilos. Fuente: Tim Regan
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Un mapa mental de Joyce Wicoff que define, precisamente, la entrada de hoy.

Y vosotros, ¿habíais utilizado alguna vez los mapas mentales? ¿Con qué objetivo? Como os he comentado, en una próxima entrada hablaré de cómo usarlos en la escritura de ficción. 

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